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Alfonso Valenzuela Aguilera

Viviendas deshabitadas en Morelos

La economía espacial estudia fenómenos económicos con énfasis en su localización en el espacio, lo que se traduce en la producción de grandes proyectos urbanos, infraestructuras y desarrollos habitacionales. Estos últimos rodean las ciudades mexicanas y están convirtiéndose en periferias lejanas que llegar a contabilizar hasta 6.2 millones de viviendas deshabitadas, esto de acuerdo con el Censo de Población y Vivienda de 2020.

El estado de Morelos no es ajeno a esta problemática y acumula cerca de 138,000 inmuebles en el abandono, lo que coloca a la entidad entre los siete estados con mayor número de casos. Tal situación es el resultado de políticas urbanas que se han enfocado a la producción en serie de viviendas de interés social a cargo de grandes empresas desarrolladoras como Casas Geo, Ara, Urbi, Homex, etc.), quienes se han aprovechado de los fondos hipotecarios institucionales como INFONAVIT y FOVISSSTE. Esto dio lugar en las últimas dos décadas a la generación de medio millón de hipotecas anuales para financiar la construcción de 9 millones de viviendas sobre grandes extensiones suburbanas, adquiridas previamente por las desarrolladoras como reservas territoriales. Es así que a Morelos han llegado migrantes de distintas partes de la república a este tipo de desarrollos, ubicados en los municipios de Temixco y Xochitepec principalmente, lo que de entrada no permitió generar lazos comunitarios o un sentimiento de arraigo progresivo al lugar. Además, las fuentes de trabajo generalmente se encuentran alejadas de dichos desarrollos, lo que ocasiona que los padres pasen buena parte del tiempo fuera de estos conjuntos, en tanto que las familias terminan adaptándose a esta realidad lejana, desconectada, sin equipamientos ni servicios.

Una de las problemáticas que se añaden a la densidad constructiva (en GEO-Campo Verde se habían proyectado 32,000 viviendas) y a las reducidas dimensiones de las viviendas (de 32 a 67 metros cuadrados), ha sido que las distintas secciones de los desarrollos no fueran entregadas al ayuntamiento para que este se hiciera cargo de los servicios, iluminación pública, vigilancia, limpia, etc., lo que obligó a los residentes a resolver estas funciones por ellos mismos. Aunado a esto se suma el aumento de la delincuencia en estas zonas, comenzando por el robo a casa habitación, robo a transeúnte, o agresiones físicas, lo que se agudiza al no contar con alumbrado público efectivo en la zona. Esto evidentemente ha escalado con el tiempo, dando lugar a la entrada de grupos del crimen organizado, que han empezado a ocupar algunas de las casas, robos a plena luz del día, secuestros y homicidios.

La producción en serie de vivienda social en México estuvo ligada a la entrada del capital financiero en el mercado inmobiliario, en donde grandes inversionistas nacionales e internacionales permitieron la producción masiva de estos desarrollos habitacionales, sin estar obligados a proveer servicios, infraestructuras o equipamientos, argumentando que más adelante los municipios se encargarían de integrarlos y de proporcionarles los servicios públicos correspondientes, sin que esto llegara a concretarse De este modo, la ciudad neoliberal enmascara las condiciones de reproducción de las asimetrías, polarización e injusticias socio-territoriales mediante la mercantilización y financiarización del espacio, como una estrategia de naturalización de la especulación inmobiliaria en el territorio.

Es así que este sistema de vivienda social movilizó ahorros y ofreció hipotecas subsidiadas a hogares de bajos y medianos ingresos para garantizar que tuvieran una participación en las soluciones de vivienda, y sin embargo, los programas de vivienda resultaron en una serie de proyectos a gran escala que no respondieron a una estrategia urbana congruente y articulada que integrara los desarrollos con el resto de la ciudad. Los habitantes han ido abandonando poco a pocos estos desarrollos, en tanto que la población que no cuenta con otra alternativa permanece solo para contemplar sus vidas periféricas.

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