Ecosofía

Por una agricultura regenerativa

(Primera de cuatro)

Introducción

En estos tiempos electorales vale la pena recordar aquellos elementos que deberían encontrarse en las plataformas políticas de todos los candidatos, tanto a nivel municipal como estatal y federal.

Uno de ellos, de particular importancia, es el relativo a la manera como el país generará su subsistencia, es decir, su modelo agrícola.

En esta serie de artículos intentaré mostrar la importancia de que la nación mexicana adopte de manera decidida el modelo de la agricultura regenerativa y deje atrás el agroindustrial, el cual es, desgraciadamente, dominante en muchas regiones del país y, por hacer uso de procesos y substancias tan nocivas como el Glifosato (presente en el agroquímico Round Up y muchas otras marcas), genera daños no sólo a la salud de los campesinos, sino a la de innumerables ecosistemas e incluso a la de los consumidores.

En nuestro país, a pesar de los esfuerzos para intentar dejar atrás el uso del glifosato, éste sigue administrándose en el campo mexicano. En esta serie de ensayos estudiaremos las razones de quienes exigimos su erradicación.

La dura lucha para liberarse del Glifosato

En noviembre del 2023 se tenía que tomar una determinación esencial en la Unión Europea (UE): renovar —o no— la licencia al Glifosato para su administración en los campos europeos.

Tal como informa la UE, en el 2023 se administraron, a escala global, 700,000 toneladas de Glifosato no sólo en los campos de cultivo sino en los parques y jardines de casi todas las naciones. Esto es muy preocupante porque está perfectamente demostrado el carácter dañino del agrotóxico: dicha sustancia es un “mata todo”, acaba con todas las “yerbas” (salvo a las diseñadas genéticamente para resistirlo), mata insectos (entre ellos a los polinizadores), enferma a los campesinos (es cancerígeno) y hasta a sus hijos no nacidos (pues los condena a taras genéticas). Todo esto está perfectamente documentado y ha obligado a Bayer/Monsanto a pagar multas millonarias [1]. Sin embargo, para la agricultura industrializada —esa a la que no preocupa la salud de los campesinos pues está mecanizada y puede vestir casi como astronautas a los pocos técnicos que laboran en el campo— es imprescindible para sostener su producción… y para la corporación Bayer/Monsanto –la dueña de la patente del agroquímico— es un estupendo negocio, uno capaz de comprar voluntades al más alto nivel.

Como bien sabemos, ante las presiones del lobby agroindustrial, el Parlamento europeo decidió a fines del año pasado renovar la licencia del uso del glifosato por otros diez años a pesar de que Alemania había prometido prohibir la sustancia en el 2024 —y Francia en el 2025- aunque con la posibilidad de ser retirada en cualquier momento si apareciese evidencia contundente en su contra.[2]

Al respecto no sobra recordar que, en el estudio Earth for All (2022), el Club de Roma es muy claro: la agricultura que posibilita un futuro sostenible a la humanidad no es la de los agrotóxicos (como el Glifosato) sino la agricultura regenerativa. Es por esta razón que Tilly Metz, un miembro del Parlamento Europeo sostuvo el 13 de octubre del 2023: “El glifosato no es seguro de usar, causa daño al medio ambiente y a la salud de las personas y debe prohibirse. Hace seis años estuvimos muy cerca de prohibir el glifosato en Europa, y millones de ciudadanos europeos lo pedían. En los últimos años se han ido acumulando estudios científicos independientes que muestran los peligros que esta sustancia tóxica supone para la naturaleza y la salud humana. ¡Ha llegado el momento de escuchar a la ciencia! [3]