Medardo Tapia Uribe

El acoso cotidiano de quienes detentan el poder, representantes políticos, los conductores de noticias en el radio y la televisión, la prensa escrita, y desde luego el propio presidente de la República y hasta las redes sociales en Internet. Las campañas electorales por la presidencia de la República para 2024 se adelantaron. Esto adelantó también las campañas por nueve gubernaturas de los estados y 31 congresos estatales, con el movimiento también anticipado que esto ocasiona en la elección de 128 senadurías, 500 diputaciones federales, 1580 ayuntamientos, 16 alcaldías de la ciudad de México y 24 juntas municipales del país.

Todo este movimiento político adelantado nos acosa y somete cotidianamente, pero con una característica muy mexicana, mucho acoso agresivo que nos quiere someter a tomar su posición, frecuentemente con insultos explícitos o velados y sin dejarnos escapar ni poder buscar alguna alternativa, ni siquiera en la intimidad de nuestra casa, nuestra familia o ese pequeño círculo de amigos. Es casi imposible escapar de este acoso y esas agresiones, bajo la premisa de que nuestro interlocutor en la discusión pública tiene “la razón” y, por supuesto, el poder, sean representantes políticos, periodistas o simplemente nuestros amigos.

Uno de los problemas de esta discusión pública o entre “amigos” es que la agresividad política se transfiere, se contamina o se pasa a lo social, con lo que vivimos pública o íntimamente, un ambiente social tenso, crispado y agresivo que se suma al ambiente crispado de la violencia que de por sí no nos tiene tranquilos ni en paz ni en Morelos ni en nuestro país.

En ocasiones este acoso agresivo y violento es tan severo que uno desearía pedirles a nuestros poderosos representantes políticos prudencia y respeto, desde luego empezando con el propio presidente de la República, pero también a los periodistas y líderes de opinión pública también poderosos y tan agresivos y abusadores del poder, como el propio presidente de la República, aunque no lo quieran reconocer. Frecuentemente, estos últimos se escudan, diciendo algo muy falso, que ellos no hacen política, sino periodismo, por lo que no se les puede referir por su nombre, pues eso es una agresión a su libertad de expresión. Nunca se me olvida aquella agresión y frase en el noticiario de internet más escuchado de México, por una líder de opinión comentarista en este noticiero, que le llamó a su interlocutora simpatizante de Morena, y simbólicamente a todos aquellos simpatizantes del Presidente de la República: chaira, arrastrada y lamehuevos. Así, textual, que me tocó escuchar. No sé cuál era la contribución de esta líder de opinión al debate político.

Curiosamente, el mismo argumento que utiliza el Presidente cuando el Instituto Nacional Electoral le pide dejar de atacar a los “políticos/as” adelantados que, simplemente se han pasado de “vivos” para no dejar “adelantarse” a aquellos que han violado la ley. El Presidente de la República dice que lo quieren callar y que atentan contra su libertad de expresión. Es decir, que su abuso del poder, por ejemplo, para llamar a la “clase media” racistas, clasistas, aspiracionistas porque quiere parecerse a los de arriba y encaramarse lo más que pueda, sin escrúpulos morales, solapadores de la corrupción y “partidarios del que no transa no avanza, individualistas, egoístas, muy enfocados a progresar en lo material”, que se dejan manipular y temen perder nuestros privilegios, que votan “obnubilados en contra de nosotros, del proyecto de transformación porque son partidarios al final, en el fondo, de que continúe el mismo régimen de corrupción”. A los investigadores académicos, que también mete en el mismo costal, les dice que se creen “nobles”, yo le decía que no era así, que los nobles (políticos, por cierto) son los de la clase política porque viven en palacios, como él.

Y por este tipo de acoso, les decimos a nuestros amigos cercanos con quienes nos comunicamos en las redes que eviten hacer política, enviándonos mensajes que, generalmente, son simples refritos reenviados, en donde se hace lo mismo que hacen nuestros poderosos representantes políticos, nos acosan de manera agresiva para unirnos a su religión política.

En cuanto a la clase media acosada por el presidente, valdría la pena recordarle que, de acuerdo con INEGI, en las ciudades cerca del 50% de 70 millones de la población es de clase media y que aun en las zonas rurales el 25% de 42 millones de su población son de clase media y a sí mismos seis de cada diez mexicanos se consideran de la clase media, así que cuando arremete contra ellos está perdiendo votos para las próximas elecciones presidenciales y de los congresos nacional y locales para 2024 porque la clase media no acepta estos insultos y este acoso abusivo. Recuerde que este fue uno de los errores de Salvador Allende en Chile y, posiblemente, una de las causas para el apoyo al bestial golpe de estado del gorila de Pinochet y para el triunfo de la derecha con apoyo de la clase media en varias de las siguientes elecciones presidenciales.

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