loader image

 

Todavía no llegamos a la mitad del 2024 y en Morelos ya hemos experimentado de manera palpable los efectos de la degradación ecosistémica que en conjunto con el cambio climático han dejado constancia de la necesidad de una nueva aproximación hacia la biodiversidad Morelense.

Son innegables las altas temperaturas y la sequía, la mayoría de los pozos y manantiales en Cuernavaca se encuentran por debajo de la capacidad esperada, lo que ha repercutido en la reducción de la disponibilidad del agua y ajuste de tandeos en diferentes colonias de la ciudad. Ante la sequía generalizada, la Comisión Estatal del Agua prevé que el agua que hay en las presas no será suficiente para completar el actual ciclo agrícola.

Hace menos de un mes, se combatía con la participación de más de 300 personas el terrible incendio del paraje Lechuguillas en el municipio de Huitzilac, cabecera de la subcuenca del Río Apatlaco y zona de recarga del acuífero Cuernavaca. Según la Secretaría de Desarrollo Sustentable de Morelos (SDS-Morelos) hubo una afectación de por lo menos 862 hectáreas de bosques de pino y oyamel, dentro de las Áreas Naturales Protegidas (ANP) federales, Corredor Biológico Chichinautzin y Parque Nacional Lagunas de Zempoala.

Si bien los incendios forestales y la sequía podrían tener un componente “natural” respecto al mes en el que nos encontramos, también se relacionan fuertemente a los resultados esperados en diversos modelos de cambio climático para nuestro estado y la región central del país. Por ejemplo, según datos no publicados de la Maestra en Ciencias Jazmín González Zurita, en modelos acoplados de circulación general atmósfera-océano (AOGCM) impulsados por el sexto informe de cambio climático del Panel Intergubernamental de Cambio Climático, para nuestro estado, se espera en los próximos años la disminución de la precipitación, lluvias atípicas y periodos de estiaje más prolongados, observándose un desplazamiento de los meses de lluvia hacia septiembre y octubre.

A nivel internacional se han hecho diversos llamados a no disociar el cambio climático con la pérdida de biodiversidad pues ambos fenómenos se encuentran profundamente relacionados, el más reciente, hecho por la Dra. Grethel Aguilar, Directora general de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN), durante el Foro Regional de la Conservación UICN México, América Central y el Caribe llevado a cabo el mes pasado en la Ciudad de México. En este foro, los representantes ambientales de los gobiernos de la región coincidieron en la importancia de atender con la máxima urgencia la adaptación al cambio climático definida por la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático como “los ajustes en los sistemas ecológicos, sociales o económicos en respuesta a estímulos climáticos reales o previstos y sus efectos o impactos”.

A nivel mundial, se está adoptando el enfoque de Adaptación basada en el Ecosistemas, el cual es definido por el Convenio sobre Diversidad Biológica como “el uso de la biodiversidad y los servicios ecosistémicos como parte de una estrategia general de adaptación para ayudar a las personas a enfrentar los efectos adversos del cambio climático”.

Ante la vanguardia internacional, Morelos se encuentra en desventaja ya que, debido a las actuales tasas de cambio de uso de suelo, el patrimonio natural que nos podría ayudar a adaptarnos al cambio climático y reducir las vulnerabilidades de las poblaciones humanas se encuentra en un gran riesgo. Por ejemplo, un estudio realizado por Ofelia Sotelo Caro y Josué Chichia González menciona que en un periodo de 12 años (2004-2016), el bosque de galería, relacionado a ríos y barrancas, perdió el equivalente a 9,096 ha y la selva baja caducifolia tuvo una pérdida de 17,075 has.

En el estado utilizamos a las Áreas Naturales Protegidas como principal estrategia para la conservación de los ecosistemas y sus servicios. Según la SDS-Morelos, actualmente, sólo 24.13% del territorio morelense se encuentra en alguna categoría de manejo de ANP, de las cuales, cinco son competencia de la Federación, siete Estatales y dos Municipales. Con relación a estos datos es importante destacar la necesidad de fortalecer estos instrumentos con mayores recursos humanos y financieros para que se logren sus objetivos de conservación.

En este contexto, se debe reconocer la gran oportunidad a nivel privado, ejidal, comunal y municipal, de conservar y gestionar sustentablemente sitios que ofrezcan beneficios locales, brindando a sus pobladores identidad, fortaleza comunitaria, alternativas económicas, bienestar y reducción de la vulnerabilidad a ciertos efectos del cambio climático. Para ello se requerirá gran participación profesional, financiamiento, capacitación y voluntad política para fomentar la instalación y asegurar su adecuado funcionamiento.

Mientras escribo esta columna, en la ciudad de Cuernavaca se siente la promesa de lluvias venideras. Con ellas obtendremos una mayor disponibilidad de agua en las casas y el número de incendios disminuirá dramáticamente. Sólo espero que la lluvia no lave la memoria del trabajo en conservación de la biodiversidad que está pendiente desde varias décadas. Esta deuda nos esperará al fin de la temporada de lluvias y nos compensará si tomamos en nuestras manos la adaptación al cambio climático basándonos en los ecosistemas morelenses.

*Víctor Hugo Flores-Armillas (@victor.bios). Consultor en conservación. Miembro fundador de Reconcilia EcoSocial A.C. y de la iniciativa Valoración Social del Capital Natural de las Barrancas de Morelos (www.barrancasdemorelos.mx).

Vista de una montaña

Descripción generada automáticamente

Foto: Víctor Hugo Flores Armillas