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Víctor Manuel González.


Los últimos reportes de las autoridades de salud de México indican que los casos de la COVID 19 han disminuido. Posiblemente la quinta ola de la COVID 19 está terminando y las variantes de los coronavirus ahora presentes, están siendo sustituidas por otras cuyo comportamiento infeccioso aún está por verse. Hace apenas unas semanas, las autoridades competentes en el estado de Morelos declararon que portar el cubrebocas no es necesario en situaciones al aire libre y solo es recomendable en lugares cerrados y en aglomeraciones de personas. Quizá podemos preguntarnos si es hora de dejar el cubrebocas en el cajón, o bien adoptarlo como una necesidad para ayudarnos a reducir la probabilidad de una infección respiratoria.

Una mirada retrospectiva a la historia de la pandemia sugeriría prudencia respecto a levantar las medidas preventivas contra la COVID 19. Es decir, el lavado de manos, la sana distancia y el uso del cubrebocas. En los primeros meses de la pandemia en el año 2020 se demostró que los aerosoles originados por individuos portadores del virus al hablar, toser, o simplemente exhalar aire, dispersan el coronavirus en el ambiente. Este es el principal medio de contagio y es muy eficaz en lugares sin ventilación.

El coronavirus SARS-CoV-2 causante de la COVID 19 tiene un tamaño aproximado de cien nanómetros, que son equivalentes a dividir un milímetro en diez mil partes. Solamente puede observarse con un microscopio electrónico. Los mejores cubrebocas tienen poros más grandes que el SARS-CoV-2. Sin embargo, debido a que estos virus infecciosos son expelidos al exterior dentro de microgotas más grandes, quedan retenidos en un cubrebocas adecuado como el tricapa KN95 evitando su dispersión.

Miles de variantes del SARS-CoV-2 se han producido durante la pandemia, pero solo algunas han causado efectos graves. Se han identificado al menos 20 variantes y sub-variantes de preocupación del coronavirus llamadas por las letras griegas alfa, beta, delta, hasta llegar a ómicron. Actualmente tenemos en nuestro país sub-variantes de ómicron. Estas se dispersan con mayor rapidez que otras y evaden el sistema inmune de personas vacunadas o previamente contagiadas, aunque son menos virulentas que las anteriores. Por esa razón hemos visto con asombro la reinfección de quienes se suponía inmunes por haber enfermado de la COVID 19, o con hasta tres dosis de vacunación.

Una gran proporción de la población mexicana ha sido inmunizada por contagio o con vacunas diseñadas para la variante Wuhan-1 causante de la primera ola pandémica. Actualmente se han desarrollado vacunas de segunda generación llamadas bivalentes, añadiendo antígenos de ómicron a las vacunas originales. En México aún no tenemos disponibles estas vacunas, por lo que una parte de la población podría estar expuesta a las variantes ómicron u otras de nuevo origen.

Algunos científicos consideran que la pandemia de la COVID 19 evolucionará hacia brotes locales y estacionales. Conocemos que el virus de la influenza se comporta de esta manera. Por lo pronto, la presencia de virus respiratorios en el ambiente durante los siguientes meses y las limitaciones de la vacunación, sugieren que mantener las medidas de prevención y ponernos el cubrebocas, es la estrategia más prudente.

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