La plaza mayor de la Ciudad de México contó con un mercado bien establecido que ocupaba la cuarta parte del sector del espacio abierto, en la esquina suroeste. 

… El edificio se hizo en piedra mamposteada… y estuvo a cargo de Pedro Jiménez de Cobo que tenía el cargo de Regidor Obrero. Esta obra no se concluyó hasta el año de 1720 y constaba de dos pisos con un total de 130 locales distribuidos en el exterior e interior, para lo cual se contaba con ocho puertas de acceso.

Era una construcción de mampostería y cubiertas en la que a través de diversos accesos se podía entrar y recorrer, por pasillos interiores, los diversos locales comerciales en donde se vendían una gran variedad de productos ultramarinos procedentes del comercio con la región de Asia. Llegaban anualmente en la empresa comercial novohispana del Galeón de Manila al puerto de Acapulco y, posteriormente, los comerciantes introducían, a esta sede comercial y a otras como las de Puebla y Morelia (Valladolid), los productos para su venta.

En este lugar se podían encontrar objetos de gran valor, como vajillas de porcelana, seda, marfil, plata y especias de todo tipo, como la pimienta de Sichuan, comino, canela de Ceylán, jengibre, cardamomo, anís, azafrán, tomillo, cúrcuma, tamarindo y otras muchas especias que se integraron a la comida tradicional mexicana como el arroz. 

Otros productos que seguramente también se podían encontrar eran los procedentes de la otra ruta comercial del Atlántico, la de la península Ibérica, como el aceite de olivo y vinos, prendas de vestir, así como productos no perecederos y algunos otros ya aclimatados y perecederos como frutas de los llamados árboles de Castilla: nueces de nogales, dátiles, etc. También productos manufacturados de cerámica vidriada española, como la mayólica o talavera de la reina, que empezó a producirse posteriormente en la región de Puebla y Tlaxcala. 

En litografías y biombos pintados realizados por diversos artistas de la época virreinal, se puede observar la actividad que este sitio tenía, tanto al interior como al exterior, por los compradores que muchos de ellos acudían en carruajes y generaban una importante actividad comercial con estos productos suntuarios para un sector acomodado y pudiente de la sociedad novohispana.

En torno a este sitio, a un costado, en el sector sureste de la plaza mayor, estuvieron establecidos de manera transitoria los puestos de los llamados “cajones”, conotros productos perecederos, así como puestos de venta de piso con una protección de paraguas de tela que conformaban el mercado de consumo popular deesta parte de la ciudad. 

Otra distribución de productos fue la que se realizaba en los embarcaderos o puentes de las diversas acequias de la ciudad de México, que comunicaban con la región lacustre y con la parte sur del lago de Texcoco, hasta los lagos de agua dulce de Xochimilco y Chalco, que, hasta el siglo XX, fueron los que abastecieron a la ciudad de hortalizas cultivadas en las antiguas chinampas prehispánicas que aún existían y que ocupaban a un gran número de campesinos. 

Los productos venían por las grandes acequias como la de la Viga y Canal Nacional, cruzando muchos de los pueblos circundantes a la gran ciudad de México. 

El transporte se realizaba por medio de embarcaciones de madera planas en las que, con unos cuantos operarios, podían transportar una gran cantidad de productos perecederos para el consumo popular.

La Acequia Real cruzaba junto a la parte sur de la plaza mayor, a un lado del parián, y continuaba hasta conectar hacia al sur con la región lacustre. Cruzaba bajo puentes planos o de arcos rebajados de poca altura para el cruce peatonal, integrando el sistema de canales o calles de agua que la ciudad tuvo por muchos años, hasta su desaparición.

Los productos se comerciaban de acuerdo a su tipo, junto a los puentes o al pie de los canales, en embarcaderos de tamaño reducido, bajo los nombres del puente del carbón, de la leña y de otros productos. 

La plaza del Volador fue otro de los espacios comerciales abierto que estuvo localizado contiguo al Palacio Nacional, en la parte sureste de la plaza mayor. En este sitio, hacia el siglo XIX, finalmente se estableció un mercado más formal en el que los productos estaban separados por su género, en locales hechos exprofeso para esta función de un mercado público.