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La medicina ha avanzado de manera significativa a lo largo de la historia, mejorando la vida de millones de personas en todo el mundo. Sin embargo, a pesar de los avances en la atención médica, persisten omisiones médicas importantes en el tratamiento de las mujeres debido al sesgo de género en la ciencia. Este sesgo ha llevado a una falta de comprensión y consideración adecuada de las diferencias de género en la investigación y la práctica médica, lo que tiene consecuencias significativas para la salud de las mujeres.

La historia de las omisiones médicas en relación con las mujeres se remonta a siglos atrás. Durante mucho tiempo, la medicina se basó en gran medida en investigaciones y tratamientos centrados en un solo sujeto: el hombre blanco. Lo anterior llevó a un conocimiento insuficiente sobre las diferencias biológicas y de salud entre los géneros y la propia diversidad humana. Desde la antigua Grecia hasta la Edad Media, la medicina se centraba en gran medida en la anatomía masculina, lo que dejaba de lado las particularidades del cuerpo de las mujeres.

Este sesgo histórico se perpetuó a lo largo de los años y ha tenido un impacto duradero en la medicina moderna. A menudo, las investigaciones médicas se realizan en su mayoría en poblaciones masculinas, y los resultados se aplican de manera generalizada, sin considerar las diferencias biológicas y hormonales que existen entre hombres y mujeres

Este sesgo se manifiesta de diversas maneras, por ejemplo, las mujeres han estado subrepresentadas en ensayos clínicos y estudios de investigación médica durante décadas. Esto se debe, en parte, a preocupaciones éticas y a la idea errónea de que los ciclos menstruales y las fluctuaciones hormonales de las mujeres complicarían los resultados de la investigación. Como resultado, muchas terapias y tratamientos médicos no se han evaluado adecuadamente en mujeres, lo que conduce a una falta de evidencia sólida sobre su eficacia y seguridad en esta población. Pero esto no se reduce a personas, sino que también en estudios médicos con ratas de laboratorio, según palabras de un “reconocido investigador”, cuyo nombre mejor nos ahorramos (porque ni hace investigación y usa referencias de los ochenta), no se trabaja con hembras de rata por los cambios de hormonas durante el celo, que se embarazan y lactan, por lo que son difíciles de entender y es mucho más costoso estudiarlas.

A pesar de que la salud reproductiva es una parte fundamental de la vida de muchas mujeres, la investigación en este campo ha sido históricamente limitada. La falta de comprensión y enfoque en la salud reproductiva femenina ha llevado a diagnósticos y tratamientos inadecuados para condiciones como el síndrome de ovario poliquístico, la endometriosis y la menopausia, entre otros. Por ejemplo, el clítoris no era mencionado en los libros de medicina hasta que por ahí de los años setenta, las mujeres que estudiaban urología se empeñaron en describirlo. Y mejor no hablemos de los sistemas reproductivos de las hembras en otras especies, por ejemplo, en serpientes, aunque en 1995 se encontró el clítoris, se describió como un hemipene pequeñito, y ya. Se supo hasta 2022 que las hembras tienen clítoris con una función fundamental en la reproducción, y lo descubrió un grupo de investigadoras.

El sesgo de género también se manifiesta en la práctica médica diaria. Los síntomas de algunas condiciones médicas pueden manifestarse de manera diferente en hombres y mujeres, pero a menudo los médicos no son conscientes de estas diferencias. Esto puede llevar a diagnósticos erróneos o retrasos en el tratamiento, lo que pone en riesgo la salud de las mujeres. Un ejemplo claro, son los infartos y sus diferencias entre sexos. Las mujeres a menudo experimentan síntomas que difieren de los típicos dolores en el pecho que se asocian comúnmente con los hombres. Mientras que muchos hombres experimentan un dolor agudo y opresivo en el pecho, las mujeres pueden tener síntomas más sutiles, como dolor en el brazo izquierdo, fatiga extrema, dificultad para respirar, náuseas, dolor de estómago o malestar en la mandíbula. Estos síntomas pueden confundirse con otros problemas de salud, lo que retrasa el diagnóstico y el tratamiento.

Abordar el sesgo de género en la ciencia y específicamente en la medicina es esencial para garantizar una atención médica equitativa y efectiva para todas las personas y eso, que no se ha ampliado el tema a la diversidad sexual porque biológicamente hablando, en humanos, no hay solo dos sexos. Pero eso lo dejamos para la otra.

*Divulgadora independiente de Ciencia

Imagen: www.easp.es