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Francisco Moreno

¿Qué es una empresa cultural? La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura(Unesco) define que son “aquellas que forman parte de sectores de actividad organizada que tienen como objeto principal la producción o la reproducción, la promoción, la difusión o la comercialización de bienes, servicios y actividades de contenido cultural, artístico o patrimonial”.En los años noventa el término cambió por el de “industrias culturales o creativas”, y la misma Unesco explica que estas industrias “tienen su origen en la creatividad individual, la destreza y el talento, y que tienen potencial de producir riqueza y empleo a través de la generación y explotación de la propiedad intelectual”. (Políticas para la creatividad. Guía para el desarrollo de las industrias culturales y creativas, Unesco, 2010)

Eduardo Cruz Vázquez, en su libro Sector cultural. Claves de acceso (Editarte, 2016), describe que la empresa cultural es una “Unidad económica que desempeña una actividad productiva legalmente establecida, basada en bienes, servicios, mercancías y/o productos que están constituidos, fundamentalmente, por un componente creativo en su cadena de producción, el cual se encuentra protegido por la ley. De igual forma, la empresa cultural coloca en circulación valores simbólicos para la sociedad y que no necesariamente tienen producción masiva ligada a corporativos nacionales y/o extranjeros para cubrir mercados locales y globales. La empresa cultural comercia bienes, servicios, mercancías y/o productos como resultado de la transformación del proceso creativo y media en el mercado con el propósito de colocarlo a disposición de diversos consumidores y/o clientes y obtener ganancias para permanecer en el mercado. Es importante señalar que esta definición de empresa cultural incluye a quienes trabajan bajo el régimen de honorarios profesionales, a las personas físicas con actividad empresarial, a distintas formas jurídicas en que se constituyen las micro, pequeñas, medianas y grandes empresas. Se toman en cuenta también a fundaciones, asociaciones civiles, sociedades civiles y fideicomisos, entre otras figuras, que de alguna forma generan actividad económica que interviene en el mercado cultural.”

Quizá resulta obvio que cuando hablamos de empresa el término alude indefectiblemente a la ciencia económica. No es el caso ahora explicar en este texto las teorías de Adam Smith, Durkheim, Marx, Marshall o Robinson, pero sí es necesario puntualizar que la economía forma parte sustantiva de nuestro contexto histórico y civilizatorio. 

Pero retomemos el hilo de nuestra pregunta original y sus diversas acepciones, que comparten un asunto primordial, medular diría yo, el cual es que la creatividad da origen a bienes, servicios y diversas actividades. Existe un enfoque romántico que insiste en que las obras y servicios generados por los artistas, y aquellos emanados en el sector cultural, no deben considerarse productos comerciales; es decir, que el arte es una creación del espíritu y por lo mismo, al caer en el ámbito del mercado, se cree que se pervierten, que escinden su propósito original y se transforman en mercancías, pero nada es más equivocado. Primeramente,debemos empezar por ampliar nuestra visión y reconocer que vivimos en una sociedad engarzada en sistemas sociales, económicos y políticos, y que considerar que la creatividad solo como generadora de una obra o acción revela nuestra más profunda y limitada sensibilidad. Es como limitarnos a ver nada más una cara de una estrella que posee diversos rostros.

Pero entonces, ¿cómo podemos lograr que las obras artísticas y los servicios culturales o creativos se inserten activa y redituablemente en el mercado? La respuesta justifica la creación de las empresas culturales, y para constituir esta figura debemos contar con las herramientas necesarias para lograrlo con éxito. Ante todo, debemos tener una educación financiera, porque las empresas culturales no se crean solo con pasión, empeño, ganas o con la muy sobada frase de “ser emprendedores”.

Como en todo escenario empresarial o de negocios, hay principios básicos que debemos tomar en cuenta: conocimiento profundo del producto o servicio que ofreceremos; detallado estudio de mercado, y con una idea más o menos clara del tipo de empresa que queremos constituir. Además, requerimos una inversión financiera suficiente (aunque sea mínima), el diseño de una robusta estrategia de marketing e imagen empresarial, y conformar un equipo de colaboradores (aunque ese equipo esté integrado solo por una o dos personas). También hay que tener la mente fría, razonable y juiciosa. Los negocios exitosos son una aventura que depende de muchos factores, y para lograr que justamente lo sean, hay que asumirlos con la cabeza y no solo con pasión.

En nuestra tercera y última entrega abordaremos los tipos de empresas culturales que existen, y estoy seguro de que se sorprenderán del tipo y cantidad de ellas que existen, y no lo sabemos. También les ofreceré algunas recomendaciones para constituirlas, y una que otra sugerencia para monetizar la creatividad.

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