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(Primera parte)

“Como es adentro es afuera”, me dijo Araceli Mendoza “La Roja” mientras tomábamos un chocolate y un té en el centro de Cuernavaca. Además de contarme su historia, me compartió del impacto de la danza en su vida, de su encuentro con la espiritualidad y de la filosofía cuerpo – mente – emociones que trae consigo el equilibrio en la danza. Araceli es bailarina y gestora cultural, además, hace videodanza, el arte de coreografiar frente a la cámara. Nació en la Ciudad de México, pero pasó en Tijuana su infancia y adolescencia y eso marcó de manera importante su forma de ser y de ver el mundo.

Desde muy joven quiso dedicarse al arte, en especial, a las artes visuales. Pero la vida y su pasión por el baile la llevó a profesionalizarse en danza contemporánea. “Yo no sabía que la danza era una profesión (…) para mí, el juego y las artes eran actividades extracurriculares que se podían hacen después de clases, de lavar tu uniforme y de hacer tarea”.

Araceli fue descubriendo las artes al llegar a Cuernavaca, en especial, relata su encuentro con estudiantes que aspiraban entrar a la Facultad de Artes de la UAEM y realizaron su examen de admisión en la prepa 1, donde ella estudiaba, “yo quiero ser parte de esos loquitos” pensó, a pesar de que su acercamiento al arte era más desde la enseñanza tradicional en la escuela, bailes folklóricos o pintura, “y no desde la reflexión y sensibilidad que detonan las artes”.

En la prepa 1 encontró un taller de Jazz que impartían los sábados y empezó a formarse en la danza. Como venía de otra ciudad, tenía pocos amigos y eso impactaba en su estado emocional, su personalidad “amiguera” y muy social la inspiraban a integrarse a grupos y clubes. “Los sábados yo me iba al Volibol y al Futbol, pero mi prioridad era el taller de danza”. Su maestro se dio cuenta de sus aptitudes en el baile y la invitó a ser parte de un grupo versátil donde igual bailaban jazz que hip hop y tuvo presentaciones en varios ventos. “Ahí me di cuenta de que bailar y ganar ciertos centavitos estaba padre”.

En el CCU encontró el taller de danza clásica, ahí empezó a formarse en ballet, además de fotografía análoga y pintura al óleo. Se dio cuenta que el valet podía aportarle mucho a su trabajo en la danza y “ahí me explotó la tacha” me dice con los ojos bien abiertos, como recordando. Más tarde, entró a un Diplomado de Artes Visuales en el Centro Morelense de las Artes (CMA), pues su deseo de ser artista visual no cesaba.

En paralelo comenzó a planear irse a estudiar a Puebla, pues en ese momento no había licenciatura en danza en Morelos. Pero las posibilidades de irse se fueron diluyendo y así pasó un año entero, en el que, para su sorpresa, abrieron la licenciatura en danza en el CMA.

“Tú no eres artista visual, tú eres bailarina” le dijeron los directivos cuando fue a preguntar por qué razón la habían rechazado de la licenciatura en artes visuales después de cursar el Diplomado que ella consideraba un pase directo a la carrera. Al mismo tiempo, le informaron que se abriría la licenciatura en danza.

Araceli es egresada de la primera generación de la Licenciatura en Danza del Centro Morelense de las Artes (CMA).

En la siguiente entrega les compartiré la segunda parte del camino de esta potente creadora y sus proyectos que son una exploración espiritual, que atraviesan el dolor y la resiliencia. “Toda la explosión de arriba, está abajo”, me explicó.

Fotos: Araceli Mendoza FB