Parafraseando la célebre frase de John F. Kennedy, pronunciada en su toma de protesta como Presidente de los Estados Unidos en el año de 1963 “No te preguntes qué puede hacer tu país por ti, sino que puedes hacer tú por tu país”. En la actualidad, bajo un contexto de dolor, sufrimiento, odio, resentimiento y un mundo lleno de tentaciones y placeres, en el que, paradójicamente, no encontramos la felicidad plena, nos sentimos vacíos y experimentamos una soledad asfixiante. Resulta oportuno no preguntarse qué placeres me puede dar el mundo, sino que puedo aportar para que este mundo sea mejor.

Vivimos tiempos en la que los placeres mundanos surgen como resultado del contacto con estímulos placenteros como el dinero, los bienes materiales, las relaciones significativas, un trabajo satisfactorio, actividades sensuales e intelectuales, gozos culinarios y estéticos satisfactorios, por supuesto, en este mundo también hay atajos para estimular el cerebro con drogas, alcohol y diversiones sexuales y exóticas.

Todo lo anterior lo podemos tener en nuestra vida cotidiana con un costo social o personal, pero a menudo se nos olvida que está en nuestras manos poder contribuir a la construcción de un mundo mejor o ser un mejor ciudadano, para ello, me parece, debemos comenzar por nuestro país.

Este año habrá elecciones y está en juego el rumbo y futuro de nuestra nación. Nuestra decisión será clave, solo habrá dos opciones: la continuidad de un gobierno representado en Claudia Sheinbaum o un rumbo diferente representado por Xóchitl Gálvez. Estará en nuestras manos tomar la mejor decisión. Las consecuencias, para bien o para mal, serán nuestra propia responsabilidad y ¡ojo! podemos estar peor.