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En la recta final: la esperanza del cambio

(Segunda parte)

Hugo Eric Flores

Ante el escepticismo, la apatía y la desilusión, tres desastrosas actitudes que conducen al fracaso social, de manera frecuente aparece la esperanza como una poderosa fuerza capaz de rehacer sociedades y canalizar la energía popular hacia el cambio. La esperanza del cambio puede de verdad dar vuelta a la historia de una nación cuando inspira a la acción colectiva. El concepto de la esperanza en política es muy poderoso porque en momentos ha generado movimientos sociales, reformado sistemas políticos, provocado incluso revoluciones que han transformado la historia de pueblos enteros. No dudo en asegurar que uno de los principales problemas actuales de Mexico es que no sabemos como sociedad si queremos o no un cambio drástico, radical, o si ese cambio ya lo tuvimos y no nos gustó.

La semana pasada escribí en este mismo espacio que hay dos Méxicos, uno que tiene basado su esperanza en la continuidad del liderazgo político actual y otro que quiere un cambio inmediato. A juzgar por las encuestas recientes sobre la aceptación de la imagen presidencial donde 6 de cada 10 lo aprueban y los otros 4 lo deploran no cabe la menor duda de que Mexico esta polarizado. Si juzgáramos por esta fotografía podríamos asegurar que la elección presidencial está decidida, sin embargo, la historia electoral reciente demuestra lo contrario: tres de los últimos cuatro presidentes llegaron a su quinto año de gobierno con niveles de aceptación bastante buenos; pero el partido de tres de ellos -Zedillo, Calderón y Peña Nieto- perdieron la elección presidencial, el otro, Fox, ganó de manera discutida o, más bien, a través de un fraude sistémico. No tengo duda en asegurar que en estos momentos a pesar de la fuerza política de AMLO, los mexicanos no hemos tomado una decisión sobre la elección presidencial todavía.

También la semana pasada me referí al proceso interno de selección del candidato presidencial de la coalición de gobierno conformada por MORENA-PT-Verde, en esta ocasión lo haré del frente opositor conformado por el PRI y sus dos enemigos históricos el PAN y el PRD. Más allá de lo paradójico de esta coalición partidista, lo que comenzó con una expectativa muy importante de no dejar libre, o con todos los reflectores, a la elección primaria ideada por el Presidente López Obrador y moldeada por Marcelo Ebrard para elegir al sucesor del primero, la de la oposición está terminando de manera decepcionante. El híbrido del proceso del frente opositor entre encuesta y elección en urnas, que parecía ser innovador sobre todo porque estaba organizada con personajes ajenos a los partidos, está terminando de manera abrupta y al más puro estilo priista: con cargada.

Pero empecemos por los que se quedaron en el camino. Del PRD no pudieron alcanzar su registro sus precandidatos Miguel Ángel Mancera y Silvano Aureoles. Al primero, no hay duda, le hubiera ido bien en la encuesta un cuarto lugar lo tenía asegurado, posiblemente un tercero. El nivel de conocimiento de Mancera por haber sido Jefe de Gobierno y su imagen de funcionario eficiente en materia de procuración de justicia por los tiempos de inseguridad que vivimos le auguraban buenos resultados. Por otro lado, Silvano Aureoles, un político con oficio y experiencia territorial, con un largo recorrido desde alcalde hasta gobernador pasando por puestos legislativos importantes, le aseguraban un lugar en el segundo escalón de este proceso, no sucedió así. El problema fue el PRD, un partido desmantelado por MORENA, que actualmente no tiene registro estatal en más de la mitad de los estados y, por lo tanto, carece de estructura territorial nacional. Es decir, teniendo buenos candidatos con perfiles profesionales, no pudieron superar el corte de apoyo de simpatizantes que el propio frente opositor se auto impuso, la realidad es muy sencilla el PRD no tenía capacidad para respaldarlos.

Con respecto al PRI, este será el mismo siempre. Canchero, les encanta la grilla y el chanchullo. Es increíble lo que sigue pasando en el PRI. No solo la reciente renuncia de cuadros tan importantes como Miguel Osorio Chong, Eruviel Ávila y Claudia Ruiz Massieu que en la pasada elección presidencial eran actores principalísimos, uno Secretario de Gobernación, otro gobernador del estado más importante del país electoralmente hablando y la última, dirigente nacional de ese partido. Todavía en este proceso Beatriz Paredes se reinventaba con toda su experiencia y Enrique De la Madrid surgía con temple y buena percepción por su personalidad equilibrada, ambos están fuera. La última merece mención aparte porque “los músicos la abandonaron” después de haberle dado alas por meses. Todavía más, desaprovecharon a su última camada de gobernadores que terminaron razonablemente bien sus gestiones ante el Mexico convulso que vivimos, destaca sin duda el exgobernador Alejandro Murat a quien ya parecen extrañar por aquellas tierras. Una pena lo que pasa en el PRI de Alito, el partidazo al servicio de una camarilla, quién lo hubiera imaginado.

En el PAN, después de la irrupción de Xóchitl, privó la sensatez y el sacrificio. Santiago por militancia, experiencia y conocimiento era el candidato lógico hasta que apareció Xóchitl. Sin duda, la “Señora X”, una joya de mercadotecnia para su campaña que le regaló el Presidente, llenó un espacio que estaba desocupado. Los espacios en política siempre se llenan y ella, desde su frustrado ingreso a la mañanera presidencial en Palacio Nacional, irrumpió en la escena nacional derribando en unos cuantos días a la senadora Lily Téllez, hasta entonces la opositora favorita. Sin embargo, la victoria de Xóchitl no termina como debió haberlo hecho. La declinación de Santiago Creel tenía lógica ante la potencial fragmentación del voto panista abriéndole una posibilidad a la movilización priista en la jornada del próximo domingo que ya no se realizará. Pero la declinación de Beatriz ya no tenía razón de ser, quedan mal todos, incluyendo al Comité Organizador de notables personajes que profesionalmente conducían el proceso. Ahora tendrá Xóchitl que soportar la bufalada priista que le cobrará en algún momento la factura por haber dejado sola a la “directora de orquesta” de los priistas. Qué final tan triste para larga carrera política de la senadora Paredes, pero también qué final tan triste para un proceso que pareció al inicio ser innovador y democrático. Era mucho pedir.

Será muy difícil con estas prácticas partidistas generar un voto de esperanza y lograr derrotar al voto de la esperanza de la continuidad. El poder de la esperanza como catalizador del cambio, ese que se logró con Fox y con AMLO, no tiene condiciones para aparecer. El primero terminó en una gran decepción, el segundo es pronto para saber el juicio de la historia. También se pueden derrotar a la apatía y hasta al cinismo político cuando hay esperanza, pero para eso hay que hacerlo sin cínicos y este no es el caso.

La esperanza también puede unir sociedades divididas y logra trascender líneas partidistas ofreciendo un terreno común donde personas de distintas maneras de pensar encuentran un canal de diálogo y participación. ¿Podrá el Frente Amplio Opositor lograr generar esa plataforma? ¿O su estrategia será apostarle más a la polarización? De entrada parece más lo segundo que lo primero, ojalá Xóchitl corrija el rumbo y no se deje llevar por la crispación partidista. Como la esperanza también puede ayudar a crear un ambiente de resiliencia para generar sociedades que perseveran, que enfrentan la adversidad se podría reforzar la idea de que el cambio es posible. Ese es el mejor camino para una opositora que busca generar sinergia con toda la sociedad.

Es la recta final de una campaña que no fue campaña -legalmente no lo fue- una elección primaria que no fue elección, una contienda interna que tampoco fue lo que esperábamos que fuera. Aquellos que tienen su esperanza en la continuidad, tendrán en Claudia Sheinbaum una candidata ad hoc; para los que quieren el cambio tendrán una candidata con ese perfil pero empaquetada en partidos que no son ejemplo de cambio.

En el caso del Partido Encuentro Solidario (PES) nos preguntamos: ¿qué se quiere cambiar, al liderazgo político o a México? La propuesta de la cultura política tradicional es cambiar a los líderes cuando lo que necesitamos es cambiar a México. Cambiar de liderazgo no es suficiente, la esperanza siempre será transformar nuestra sociedad hacerla más justa y equitativa. Para Xóchitl, que representará la esperanza de cambio, le espera un gran reto: motivar a la ciudadanía a participar en el proceso, si la gente cree que su voto puede generar un cambio, acudirá a las urnas el próximo año. El gran problema de la “Señora X” seguirá siendo que la envoltura no le sirve, porque justo lo que algunos de los partidos que la arropan representan, es lo contrario a la esperanza de cambio.