Maximino Aldana*
Después de que se difundiera la noticia respecto al caso de un supuesto plagio de tesis cometido hace muchos años por una alumna de la UNAM, he oído a mucha gente decir que el prestigio de nuestra Máxima Casa de Estudios está en riesgo. Esta percepción se agravó más cuando la UNAM declaró que no tenía los mecanismos legales para sancionar a la presunta plagiaria. Entonces la gente comenzó a hacer generalizaciones diciendo que “en toda la UNAM las tesis se plagian”, que “en la UNAM es más fácil hacer tesis que unas enchiladas”, y un sinfín de otras aseveraciones sin sustento.
En el supuesto caso de que este (u otro) plagio de tesis efectivamente se hubiese llevado a cabo, la UNAM no sería responsable. Por el contrario, la UNAM habría sido engañada, utilizada, ultrajada y violentada. En la UNAM existen todo tipo de personas: estudiantes que terminan su carrera en tiempo, los que la terminan antes, los que se tardan mucho en terminar y los que no terminan nunca. Existen profesores buenos, malos y regulares. Están los estudiantes que se desvelan para terminar sus tareas, otros que no las entregan y unos más que las copian. Hay quienes llegan temprano a sus clases, otros que llegan tarde y otros que no llegan. A la UNAM asisten personas de todos los niveles económicos, entre quienes están los que se esfuerzan por estudiar y los que no se esfuerzan. Estudiando en la UNAM conoces a los radicales de izquierda, a los ultraconservadores, a los de centroizquierda, centroderecha, y a los que no les importa ninguna ideología. Una de las grandes virtudes de la UNAM es precisamente su riqueza y diversidad cultural, social, económica e ideológica. La UNAM no dicta a los estudiantes el camino que deben elegir. Cada uno escoge, dentro de toda esta diversidad, a sus amigos, sus profesores, sus libros favoritos, el deporte que quieren practicar, o la ideología con la que se identifica más.
El mosaico de diversidades existente en la UNAM es un reflejo de la diversidad de la sociedad completa. Y en la sociedad, indudablemente, existe gente tramposa y mentirosa. Algunos mentirosos son muy hábiles para mentir y es muy difícil descubrirlos o incluso reconocerlos. No podemos responsabilizar a una persona que ha sido víctima de una mentira de haberse dejado engañar. Decir que el prestigio de la UNAM está en riesgo debido a las supuestas malas acciones de algunos miembros de su comunidad, que habrían utilizado todos los recursos que ofrece la UNAM para engañar, mentir y plagiar, es equivalente a responsabilizar a una persona que ha sido víctima de engaño y violencia por haberse dejado engañar y violentar. “Fue tu culpa. ¿Cómo fue que permitiste esto? ¿Cómo no supiste defenderte? ¿Cómo es que ahora no tienes los recursos para castigar a tu agresor? Ahora tu prestigio está en riesgo porque te dejaste violentar y, sobre todo, porque no pudiste defenderte ni castigar al culpable.” Una posición así no tiene ningún sentido.
A diferencia de lo que pregonan algunos gobernantes actuales, la gran mayoría de la gente que se forma en la UNAM (y en muchas otras universidades públicas y privadas del país) es honesta, trabajadora y comprometida con su desarrollo personal y profesional, y con el desarrollo social y cultural de México. Pero también hay gente tramposa (como en todas partes) muy difícil de detectar, gente que no sólo utiliza a la UNAM para ascender académicamente, sino que también utiliza la estructura del gobierno en turno para llegar a puestos de altísima responsabilidad sin que nadie se dé cuenta del engaño. ¿Significa esto que el prestigio del gobierno en turno está en riesgo?
La UNAM, además de ofrecer educación, también ofrece múltiples caminos que puedes seguir en tu desarrollo profesional y personal. Cada uno elige el camino que quiere seguir. La responsabilidad de hacer trampa es únicamente de la persona que decide cometerla.
*Investigador de Instituto de Ciencias Físicas de la UNAM en Morelos.