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Regular internet (primera parte)

Antulio Sánchez*

En circunstancias democráticas la regulación de los medios no se hace con el fin de controlarlos, ya que una regulación de los mismos no tiene que ver con la censura, sino con garantizar un piso parejo, una competencia justa y una mayor diversidad de circulación de las opiniones. La regulación de los medios de comunicación es un tema importante en muchas partes del orbe y es uno de los aspectos jurídicos relevantes del siglo XXI, pero en las nuevas tecnologías esto es raro.

En Estados Unidos la última sanción fuerte en el campo de las nuevas tecnologías data de hace 22 años, cuando se sancionó a Microsoft. Después de un largo litigio la empresa de las ventanas fue condenada por usar su posición dominante en el mercado de sistemas operativos e impedir la competencia, se le obligó a desagregar su negocio y a permitir que los fabricantes de PC incluyeran otros navegadores Web en sus sistemas operativos. En su momento fue considerado uno de los casos antimonopolio más importantes de la historia de ese país; sin embargo, a pesar de que hoy el mercado de las nuevas tecnologías está en una situación peor, no se hace nada.

Como señala Tim Wu (The Curse of Bigness: Antitrust in the New Gilded Age) a mediados del siglo pasado el antimonopolio era entendido en el mundo occidental como parte fundamental de la democracia, se consideraba que para que una democracia funcionara no deberían darse mecanismos de control del poder privado. Si bien es cierto que las leyes antimonopolio no son la panacea para eliminar los excesos y arrogancia del poder de las empresas, sí le pone un freno a su desmedido crecimiento y ataca la raíz de un fenómeno que impide la diversidad y pluralidad en una sociedad y se traduce en reforzar el poder en pocos actores económicos.

Desde hace años es evidente que en el campo de las nuevas tecnologías e Internet se vive una economía concentrada, de sectores dominados por pocas empresas. La era del capitalismo de plataformas ha reforzado eso, ya que ese segmento de la economía está diseñado (Nick Srnicek. Capitalismo de plataformas) para que solo haya una plataforma dominante o unas pocas en cada rubro, se trata de que el ganador se lleve todo. En internet hemos pasado, como ha sucedido a lo largo de la historia de los medios, de una etapa de libre competencia, de terreno fértil para los pequeños emprendedores, de industrias tecnológicas abiertas y competitivas, a una concentración de tráfico y de usuarios dominado por un puñado de empresas: Facebook, Amazon, Google y Apple.

Facebook es la dominante en el campo de las redes sociales, tiene 2,958 millones de usuarios a escala planetaria, pero si se le agregan sus otras dos plataformas: WhatsApp (2,000 millones de usuarios) e Instagram (2,000 millones) (t.ly/slP8) tiene una presencia y audiencia que ni en sus mejores momentos llegaron a imaginarse los grandes emporios de televisión. Más de mil millones de personas se informan a escala planetaria a través de Facebook, que ya es la principal fuente de noticias. YouTube tiene 2,514 millones a escala mundial y el campo de las búsquedas lo tiene Google con el 92 por ciento a escala planetaria y se traducen en 3 mil millones de búsqueda cada 24 horas (t.ly/6c7o). En el caso de Apple sus actitudes monopólicas se refieren a su control sobre su entorno, de las comisiones que cobra a los desarrolladores de aplicaciones en su tienda y su capacidad para poner una valla en su ecosistema.

* Periodista especializado en nuevas tecnologías, @tulios41.

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