loader image

“La literatura parece siempre estar muy lejos

y está muy cerca”

 

i

Alejandro Zambra creció sin libros, pero con abuela. De ese hecho, sencillo, proviene su idea de la vida, que es como decir: su idea de la literatura. No son los libros los que hacen la literatura. Es clarísimo que todo comenzó antes de Gutenberg y, seguramente, con una buena dosis de gruñidos y señas, que con el tiempo se fueron volviendo más legibles. La abuela de Zambra era una gran contadora de historias, que particularmente compartía relatos terribles y dolorosos del terremoto ocurrido en Chillán, hacia 1939, donde murieron cerca de 30 mil personas, entre ellas casi toda su familia, menos su hermano, que la rescató entre los escombros. Ese hecho, conjurado por el poder de la memoria y la sencillez del deseo para contar historias, podrían llevar a la fundación de una literatura sin bibliotecas. Esa herencia, seguramente, le ha servido a Zambra para fundar la suya, que tiene entre sus búsquedas básicas “traspasar el límite que te lleve a los no lectores”, la gente que no tiene la costumbre de leer, pero que está habitada por esas mil y una noche, como cualquier humano, aunque no esté consiente o lo niegue.

ii

Ubicar a Alejandro Zambra en esa tesitura de su relación con el arte de contar historias, como un hecho de la naturaleza, una actividad silvestre para asomarse a la realidad e hilvanarla con los sueños, la música y los chistes, es una forma de definirlo como un juglar.

iii

Este juglar, Alejandro Zambra, cree en el capricho. Por eso decidió nombrar Poeta chileno* a una novela de 424 páginas, que terminó de escribir el 21 de febrero de 2019 en la Ciudad de México. Ese título caprichoso parece una presentación de sí mismo, o un breve enunciado para anticipar un ensayo. Pero, aunque el título de un libro podría ser lo de menos, en verdad nunca es lo de menos. Allí se concentra una carga que misteriosamente irradia, hacia afuera y hacia adentro, como una especie de designio. Así sucede con Poeta chileno, escrito por el poeta Alejandro Zambra, originario de un país donde la poesía es un deporte nacional, con poetas maravillosos que con o sin nobel han creado una tradición, y a la vez una olla de presión, que en cualquier momento puede estallar, por supuesto.

En todo caso, valiéndome de un lenguaje marino, Poeta chileno es un buque donde precisamente es la poesía quien tiene el timón, en un trayecto encauzado por otras profundidades igualmente silvestres, como lo son las relaciones humanas, el amor y el desamor, el sexo desaforado, el ser madre, padre, padrastro, hijastro. La ciudad y sus recovecos, la masculinidad, la brecha generacional y el sentido del humor, ante todo. La novela es una suma de situaciones que no pretendo abarcar, porque eso excedería los fines de este muy silvestre acercamiento, inspirado por el entusiasmo que suelen despertar los cuentos bien contados.

iv

Si bien la poesía es una presencia avasallante en este libro, cuyo título predispone, el mismo Zambra se ha ocupado de establecer que “es más una novela sobre la padrastería que sobre la poesía”. Es, también, una afanosa expedición para nombrar las cosas sin tapujos, pero también para confrontar a esas palabras que anulan la realidad.

v

Poeta chileno es un conjuro que Zambra escribió, como un bálsamo para mitigar la nostalgia del exilio. Eso se nota. El arte de contar historias, ese milenario arte de la memoria, tiene un don sanador que convoca a los fantasmas para ajustar cuentas. El exilio es una travesía donde la geografía trastoca todos los sentidos y hace de la memoria un papalote. Chile y México, en ese sentido, tienen un largo historial que los hermana, donde la nostalgia se confabula para que sea creada esa literatura que se anuncia como pálpitos de la tierra.

Vi

“–Para los mapuches –le dijo Ricardo, con repentina dicción profesoral–, el chau es el compañero de la madre, da lo mismo si es el padre biológico o no. Chau es el nombre de una función, la función-padre” – De Poeta chileno.

*Poeta chileno, Alejandro Zambra. Editorial Anagrama

Primera edición mexicana: 2020.

Un gato dentro de una caja

Descripción generada automáticamente con confianza media