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El próximo viernes 8 de marzo, se conmemora el Día Internacional de la Mujer, a propósito de esta importante efeméride es oportuno reflexionar al respecto. Dicen los juristas que existe una verdad jurídica y una verdad histórica, y que ambas no necesariamente siempre coinciden.

Eso es justo lo que sucede con relación a la añeja asignatura pendiente con las mujeres en Morelos. Sobre el papel, la igualdad de género es plena, las mujeres tienen el Derecho al voto desde 1953 y hoy su presencia y talento se encuentran en todos los sectores de la sociedad mexicana y por ende de la morelense, incluso el presente y controvertido proceso electoral local tendrá como protagonistas solo a mujeres contendiendo por la gubernatura del estado. Sin embargo, la verdad histórica tiene otros datos y la cuota de género corre el riesgo de convertirse en una postura demagógica u oportunista si las mujeres que nos gobernarán no atienden las justas demandas de sus paisanas, particularmente en los rubros de desarrollo social, seguridad pública, acoso sexual y laboral. En contrapartida existe también el firme y obligado compromiso de las candidatas de demostrar que han merecido sus posiciones por sus prendas personales, pues el solo hecho de ser mujer no es garantía suficiente para acreditar la capacidad de dirigir los destinos de una entidad que vive las peores jornadas de su historia reciente.

Es importante destacar que los logros de las mujeres en todos los campos obedecen más a sus propios talentos e historias personales de éxito y sacrificio que al reconocimiento de igualdad y equidad que puedan darles nuestra Carta Magna y las leyes que de ella se desprenden.

En un Morelos con el tejido social desgarrado, las mujeres no la han tenido fácil, en el sector rural se enfrentan a la marginación y falta de oportunidades, también a usos y costumbres ancestrales donde muchas veces son consideradas un objeto más a disposición de sus padres, hermanos y esposos. En comunidades como el reciente municipio indígena de Xoxocotla, hasta hace poco eran comunes los matrimonios de niñas menores de edad pactados por sus padres, y para las jóvenes xoxocotlenses atravesar caminando la enorme cancha de futbol, centro social del poblado, entrañaba el altísimo riesgo de ser agredidas y apartadas a las orillas de la cancha para ser violadas.

Las zonas urbanas no se quedan atrás, las mujeres en las populosas colonias también corren el riesgo de ser violentadas, de sufrir los estragos de las adicciones de quienes las rodean o bien de crudos incidentes de violencia física y familiar. Pero las mujeres tampoco están seguras en sus centros de trabajo, recordemos como precisamente el 8 de marzo del año pasado, una empleada del Club de Golf Santa Fe en Xochitepec, fue acosada sexualmente por un miembro del club, situación que se pudo conocer gracias a la viralización de los videos de las cámaras de seguridad del lugar. No es ajeno también, el calvario que padecen miles de mujeres dirimiendo controversias de alimentos y de guardia y custodia en los juzgados familiares.

En un escenario donde desafortunadamente poco parece ya asombrarnos no deja de ser dramático conocer del rapto de una niña que después es ultrajada y asesinada o bien la noticia de un matricidio. A lo anterior se suma la ausencia involuntaria de tantas mujeres, con pena vemos las redes sociales inundadas de fichas participando la desaparición de alguna mujer, generalmente jóvenes, en muy rara ocasión estas historias tienen un final feliz.

Los feminicidios son una herida abierta en Morelos, el año pasado se contabilizaron poco más de 90 y la entidad registro el infamante primer lugar nacional en el rubro. El pasado 19 de febrero, la periodista Estrella Pedroza publicó en La Jornada Morelos, una nota donde da cuenta de que en los primeros 40 días del presente año han ocurrido 12 feminicidios en el estado de Morelos, a este ritmo se podrá igualar o superar la cifra del año anterior.

La impotencia de una sociedad agraviada se traduce en marchas y protestas que a pesar de su legítimo reclamo no cambian el curso de los acontecimientos. La reflexión final y obligada es que, en la política local las cuotas de género a las mujeres no deben ser solo una tribuna para aspiraciones personales sino un motor que impulse una sociedad más segura y equitativa para las morelenses.

*Escritor y cronista morelense.