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Otra vez la prueba PISA muestra nuestras miserias educativas. Esta prueba que es aplicada a nivel mundial por la OCDE a jóvenes de 15 años para medir sus conocimientos en matemáticas, comprensión de lectura y ciencias acaba de informar sus resultados. De acuerdo a la información los estudiantes mexicanos bajaron su rendimiento en las 3 materias evaluadas. En especial en matemáticas bajaron en promedio 14 puntos en matemáticas; 9 en ciencias y 5 en comprensión lectora. Es decir, Mexico experimentó su peor caída en resultados desde que participa en la prueba PISA desde el 2000.

Lo que más llama la atención, no solo es el bajo rendimiento de nuestros adolescentes en la prueba, sino que de inmediato el tema se politizó. Ni tardos, ni perezosos nuestros políticos responden para echarse culpas: que si es “una prueba neoliberal”, o que si “la culpa es de la 4T”, eso, por cierto, es lo de menos. Lo que es verdaderamente importante son las capacidades de competencia académica que tienen nuestros jóvenes en un mundo, nos guste o no, globalizado.

La calidad de la educación no es un tema de si la educación pública o privada es mejor, el quid del asunto es sobre el propio sistema educativo. El sistema impacta no solo a los que tienen la oportunidad de enviar a sus hijos a escuelas privadas, el sistema afecta a todos y, de manera increíble, no se aprecia una gran diferencia en los resultados entre las escuelas públicas y las privadas. Llegó el momento de debatir y resolver de fondo la transformación de nuestro sistema educativo. La “nueva escuela” mexicana se parece bastante a “la vieja”, no hay cambios de fondo. Dejemos de politizar la educación en México.

No podemos negar la relación simbiótica entre educación y política, pero en este tema la politiquería debía dejarse a un lado. Lo importante es crear políticas públicas que influyan en el desarrollo de un pensamiento crítico, en los valores sociales, en el sentido de responsabilidad cívica, en el empoderamiento individual y colectivo, en la discusión social activa, en el dotar a nuestros hijos de herramientas que les den capacidades para poder afrontar la vida laboral.

El objetivo es una buena educación, equiparse con instrumentos analíticos, de evaluación de la información, de auxilio para discernir, socializar y resolver problemas. Un buen sistema debe dar a los alumnos fundamentos democráticos, contexto histórico y diversas perspectivas. Exponer diferentes ideas e ideologías promueve la tolerancia y el respeto a diferentes opiniones. Al contrario, la ignorancia contribuye a la polarización en las discusiones políticas, obstaculiza el diálogo constructivo y exacerba las divisiones. Con tristeza vemos que, por un lado, hoy nuestro sistema impulsa las disparidades sociales y la igualdad de oportunidades se limita, mientras que, por otro lado, la falta de calidad educativa margina a miles de comunidades y a millones de mexicanos.

La educación también se da en casa, esa es una de las partes de la transformación que necesita nuestro sistema. Las escuelas no deben ser guarderías donde llevamos a nuestros hijos a que nos los cuiden. En la transformación del sistema, será la educación familiar piedra angular, eje y no complemento.

No puedo dejar de recordar, en mi caso, como mi hermana con dotes magisteriales innatos y teniendo solo doce años de edad, a instancias de mi mamá, enseñó a su hermano de cinco años a leer. Ella quería ser maestra, y lo es, y entonces jugaba a ser la maestra y yo el alumno. El hijo menor que anhelaba ya ir a la escuela para crecer tuvo en casa a su primer maestra. Décadas después, y sabiendo que esa vocación de mi hermana está multiplicada en nuestra sociedad, puedo asegurar que en Mexico podríamos entonar: “un maestro en cada hijo te dio”.

Curiosamente, hace unas semanas tuve la oportunidad de ver la nueva película de Eugenio Derbez, “Radical”, y justo aborda el tema de la prueba PISA con alumnos de una secundaria publica en Matamoros, Tamaulipas. Mas allá de lo bien realizada de la película, la que recomiendo ampliamente, toca un tema toral de la educación, la del ambiente social pobre y violento. El maestro que inspiró la película, Sergio Juárez, nos hace recordar que todavía hay maestros que quieren enseñar y quieren sacar adelante a sus alumnos. Ese es el verdadero maestro mexicano que a muchos de nosotros nos hicieron soñar más allá de nuestras tristes realidades. También me llenó de nostalgia porque al igual que en la película, yo también tuve un querido amigo en la secundaria que pocos años después de compartir aulas fue asesinado. Villa no tuvo mucha opción, un ambiente social muy difícil e involucrarse con las personas incorrectas marcó su destino. El barrio influye, y mucho, en la escuela pública, es el momento que abramos los ojos. “Radical” tendría que ser exhibida en todas las escuelas públicas de México.

Al final esos jóvenes de secundaria, gracias a su maestro, descubren sus propias capacidades y obtienen excelentes resultados en la prueba PISA. Los maestros juegan un rol crucial no solo para impartir conocimiento, sino también para promover una cultura de mente abierta, de responsabilidad cívica y social. No tengo duda qué hay una gran vocación magisterial en Mexico. Proviniendo de familia de maestros, muchos en el pueblo paterno Zacualtipán, Hidalgo, migraron para dar clases a la gran ciudad sin nunca perder su arraigo.

Puedo decir que México tiene futuro porque hay en nuestro ADN el deseo de enseñar a nuestras generaciones. La mayoría de ellos tienen que dedicarse a varios turnos o incluso a otra actividad para completar sus ingresos. Hoy no tenemos en Mexico maestros de tiempo completo, pues deben dedicarse a otra actividad, o bien, a resignarse a vivir modestamente. Por eso, una verdadera reforma educativa solo puede tener un inicio: debemos pagarles dignamente a nuestros maestros.

Por último, la tecnología sigue evolucionando y la literatura digital se ha vuelvo increíblemente importante. Decíamos que la tecnología transformaría la educación. Hoy, los estudiantes tienen que estar equipados para navegar en el mar de información y discernir también las fuentes de desinformación. El sistema educacional mexicano se debe adaptar, por eso, el segundo gran paso de una reforma en el sistema debe ser proveer a TODAS las escuelas de computadoras y a TODOS los alumnos de una laptop o una tablet. Sin educación, no hay país. Así de sencillo.

No me equivoco en asegurar que ambas precandidatas a la Presidencia deben pensar que la educación es el mejor medio de movilidad social que tenemos los mexicanos. En el caso de Claudia Sheinbaum -con raíces en el movimiento estudiantil más exitoso en la historia de México, el famoso CEU, que logró dar marcha atrás a las cuotas universitarias y mantener a la UNAM con educación superior gratuita-, conociéndola, no tengo duda que es uno de sus mayores anhelos.

En el caso de Xóchitl Gálvez cuya biografía nos cuenta que su carrera como Ingeniera la involucró como emprendedora y luego como empresaria viniendo de orígenes humildes, fue la educación la que la hizo triunfar. Seguramente también compartirá que la educación es el fundamento de la prosperidad personal y social. Ambas deben hacer propuestas, y dárnoslas a conocer, pero no en un formato de discurso político sino decirnos académicamente cómo van a transformar el sistema educativo nacional, reconociendo de antemano sus problemas y realidades.

Porque creo que la salud de una sociedad democrática pasa por la educación, quienes serán las candidatas y quien lo sea de Movimientos Ciudadano, deben debatir públicamente sin otros temas de por medio, solo el educativo. Queremos oírlas ampliamente y conocer ¿qué van a hacer con las secundarias públicas como la secundaria de Matamoros de la película de Derbez?; ¿qué van a hacer con los maestros? ¿de dónde sacarán recursos para capacitarlos permanentemente y pagarles mejor?; ¿qué piensan del mundo tecnológico en la educación actual?; ¿cómo deben participar los padres en la educación de los hijos?, ¿qué lugar tendrán en el sistema?; ¿cómo crear un verdadero sistema educativo con valores cívicos y sociales?; ¿qué hacer con la escuela pública en lugares marginados y violentos?; ¿cómo elevar el nivel educativo y como evaluarlo con pruebas estándar como la PISA u otras?; entre muchas otras preguntas.

Propongo un debate único en materia de educación y que la sede sea Ciudad Universitaria, es decir la UNAM, que se difunda en hora premium por todos los medios de comunicación nacionales y que el moderador sea el Rector de la Universidad Nacional Autónoma de Mexico, su Alma Mater.