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Maximino Aldana*

La obesidad es un problema “complejo” porque está conformado por una serie de factores pertenecientes a diferentes disciplinas. Combatirla no se trata simplemente de comer sanamente y hacer ejercicio, como habitualmente argumentan médicos e incluso la Organización Mundial de la Salud. Tampoco es un problema puramente estético como pregonan algunos grupos alegando “discriminación” hacia las personas obesas. La obesidad es un problema de salud grave que genera afecciones cardíacas y cerebrovasculares, hipertensión, diabetes, síndrome metabólico e incluso la muerte. De acuerdo con el último reporte de la World Obesity Federation, en México siete de cada diez personas son obesas y se invierten decenas de miles de millones de pesos anualmente para combatir la obesidad y sus consecuencias. ¿Por qué la gente no puede simplemente comer sanamente y hacer ejercicio? Porque no es así de simple. 

Comer sanamente es considerablemente más caro que comer comida rica en azúcares y carbohidratos. ¿Cuánto cuesta una ensalada verde con pollo acompañada con jugo de apio, frente a unas papitas con refresco? Mucha gente no puede pagar la “comida saludable” día con día. Además, se necesitan espacios adecuados y económicamente accesibles para hacer ejercicio: correr, andar en bicicleta, nadar, etc. Dichos espacios son insuficientes (o inexistentes) en la mayoría de las ciudades del país. Hay muchas gasolineras por todos lados, pero hay muy pocos parques públicos a donde la gente pueda trasladarse rápidamente para hacer ejercicio. 

Por si esto fuera poco, existen bacterias en el tracto digestivo que al entrar en contacto con carbohidratos generan serotonina, un neurotransmisor ampliamente reconocido por generar placer y felicidad. Aún no se sabe cómo llega la serotonina del intestino al cerebro, pero lo que sí se sabe es que da mucho más placer comer carbohidratos que comer lechuga. La gente literalmente se hace adicta a las harinas y los azúcares. No es casualidad que prácticamente en cada esquina existan tiendas de conveniencia atiborradas de botanas, pan y refrescos. Es lo que la gente pide porque esola hace feliz. 

Finalmente, ¿qué pasaría si el genio de la lámpara concediera el deseo de desaparecer súbitamente todas las tiendas de conveniencia que contribuyen a aumentar la obesidad en México? ¿Cuántas personas se quedarían sin trabajo de un momento a otro? Repartidores, publicistas, cajeros y cajeras, productores, obreros, gerentes de ventas, etc. ¿Cuánta gente se quedaría sin su “lunch”? El sistema económico detrás de la comida que genera obesidad es muy grande. 

La obesidad, al igual que muchos otros problemas sociales,es un problema complejo cuya solución involucra distintas disciplinas: macro y microeconomía, psicología de adicciones, nutrición, microbiología, bioquímica, inversión pública o privada (en espacios adecuados y accesibles para que hagamos ejercicio), urbanismo (para planear dichos espacios), educación y publicidad para campañas educativas orientadas a combatir la obesidad en todos estos aspectos, etc.

Mi abuela, en su conocimiento ancestral, ya tenía la solución para la obesidad cuando decía: “lo que no entra por aquí (señalando su boca) no se acumula acá (señalando su cintura)”. Si fuera así de fácil, nuestro país no ocuparía mundialmente uno de los primeros lugares en obesidad. 

*Investigador en Ciencias Físicas de las UNAM en Morelos

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