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Andrea Álvarez Sánchez*

Los exvotos tradicionales agradecen a santos o vírgenes por sobrevivir milagrosamente de peligros como accidentes o enfermedades. Siempre me han fascinado por su forma de narrar la historia, con un planteamiento del problema, desarrollo, clímax del milagro y la resolución. Me parecen unas mini películas estáticas. Conozco este arte popular desde hace veinticinco años cuando realicé el documental Milagros concedidos.

Pero este es un exvoto laico y agradece a un científico. Como mi educación fue laica y yo vivo una espiritualidad libre, tuve la idea de hacer esta variante de exvotos que están dedicados a personas que contribuyeron con algo trascendental en la historia de la humanidad. Creo que la fe no tiene barreras ni dueño. Se puede creer con devoción en cualquier cosa o idea.

El exvoto que se muestra en este artículo está dedicado a Luis Ernesto Miramontes, el mexicano que, en 1951, sintetizó la noretisterona, el compuesto activo de la primera molécula con acción anovulatoria que sería la base de la píldora anticonceptiva. Ese mismo año, la compañía Syntex dio la patente a Miramontes, Djerassi y Rosenkranz. La invención de la píldora marcaría un parteaguas en la historia de la sexualidad de la mujer.

El avance científico fue el preámbulo de la revolución sexual en los años 60. Era la época de los hippies y la psicodelia, de la rebeldía y el rock; un despertar cultural, político y social. La píldora, que se comercializó hasta 1960 por Pincus, permitió a las mujeres controlar su fertilidad de manera más efectiva y tener relaciones sexuales con libertad.

Yo viví mi adolescencia en los años ochenta. Cuando tuve mi primer novio, mi madre me llevó al ginecólogo para que me diera la píldora. En la preparatoria donde estudiaba, de corte liberal, varias de mis compañeras también tomaban anticonceptivos. Caso contrario era el de las alumnas del colegio vecino, donde regía una moral tradicional y la sexualidad estaba controlada por la religión. Si bien en mi generación la píldora era importante, fue más importante el uso del preservativo durante la epidemia del sida; pero ese ya es otro tema.

Mi experiencia personal no representa al grueso de la población en México, en donde el uso de anticonceptivos ha tardado varios años en llegar.

Hoy en día la planificación familiar se considera un derecho humano, pero en otros tiempos era un término desconocido. En las ciudades se propagó, no así en la población rural: la falta de atención médica y educación sexual y reproductiva fueron algunos impedimentos. La cultura patriarcal y la Iglesia han contribuido a las creencias negativas que hay sobre el control natal.

Por su parte, la onu plantea que es obligación del Estado asegurar que las personas tengan acceso a la anticoncepción, a la toma de decisiones informadas y a proteger el derecho a la confidencialidad. Sin duda, el tema de la píldora va de la mano con el de la igualdad de género, el empoderamiento de la mujer y la libertad personal. Seguimos en un proceso de evolución que se va gestando poco a poco.

El anticonceptivo es un hecho grandioso, que toca la vida de millones de personas y en la vox populi se ha considerado un «milagro científico». En este exvoto se manifiesta con un «Dios tenga en su gracia a la ciencia».

Exvoto laico de taller de Madame Andreyeva.

https://www.andreaalvarezsanchez.com/

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