loader image

*Por Flora Guerrero Goff

La mayoría de los morelenses no sabe dónde queda, ni siquiera, que exista este maravilloso ecosistema nativo de la región de selva baja caducifolia, o, selva seca, me refiero a la Reserva Estatal Sierra Montenegro.

Hace doce años, realizamos una expedición en la Sierra Montenegro con el maestro Fortunato Solares, investigador del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias, INIFAP, y los biólogos, Fernando Jaramillo Monroy y Víctor Flores Armillas, más tres acompañantes. Fue una durísima caminata de todo un día en la que se requería una muy buena condición física para poder aguantar el intenso calor, subir y bajar las escarpadas laderas. Dado que en época de lluvias es más complicado transitar por esta selva baja, lo hicimos en la temporada de secas cuando no es tan cerrada la vegetación. Gracias al conocimiento de los biólogos pudimos admirar y conocer las maravillas de este ecosistema, ya que durante todo el recorrido nos iban ilustrando sobre los tipos de especies de árboles, arbustos, restos de excremento de los diferentes animales nativos que habitan el lugar, y los rasponazos en la corteza de los árboles hechos por las astas de los venados cola blanca.

Durante la época de lluvia la selva baja es exuberantemente verde, pero el resto de la época es una selva seca con pocos arbustos y árboles que conservan las hojas, por esto mismo, hay un errado criterio por falta de conocimiento al suponer que todo está seco y muerto, por lo tanto, no tiene un valor ambiental, pero en esta sequía se esconde una maravillosa riqueza en biodiversidad viva y regeneradora. Durante los meses de marzo, a fines de mayo, se puede ver una mayor cantidad de aves, ya que a falta de follaje hay amplios huecos por donde se desplazan de árbol en árbol. También es la época cuando los árboles echan las semillas para reproducirse, ver caer cientos, miles de semillas en forma de hélices descendiendo en espiral, es espectacular, esto, entre otras maravillas más en este mágico lugar.

**La Reserva Estatal Sierra Monte Negro tiene una superficie de 7 mil 724.85 hectáreas; se localiza en la parte central del Estado de Morelos, entre los municipios de Yautepec, Jiutepec, Emiliano Zapata y Tlaltizapán; con vegetación de selva baja caducifólia, bosque de galería y bosque de encino; tiene registradas 335 especies de plantas vasculares y 241 especies de vertebrados (2 anfibios, 24 reptiles, 152 aves, y 63 mamíferos) que representan el 40 ciento de los registrados para Morelos; una de las características más importantes de la Reserva Estatal Sierra Monte Negro es que constituye un puente o corredor biológico entre las áreas naturales protegidas y zonas forestales del norte y sur del estado de Morelos, es decir, entre el Corredor Biológico Chichinautzin y la Sierra de Huautla. ¡Su biodiversidad es extraordinaria!

Pero esta maravilla natural está siendo devastada cotidianamente por el crecimiento urbano ilegal, saqueo de arena, tezontle y piedra, construcción de caminos pavimentados, expansión de minas de cemento como Cementos Moctezuma, que durante el gobierno de Marco Adame se permitió la desincorporación de 400 hectáreas de selva baja en perfecto estado de conservación para anexarlas a la empresa cementera. El decreto de la Reserva Estatal prohíbe todos estos ilícitos, sin embargo, prácticamente todos los gobiernos de los municipios que la rodean han permitido y hasta promovido estas ilegalidades en esta área natural protegida. De continuar la destrucción de la Reserva Estatal Sierra Montenegro, esta podría eventualmente desaparecer en las próximas décadas. Uno de los riesgos latentes y más graves en estos momentos, es el crecimiento urbano que está estrangulando una delgada porción de corredor que conecta la Reserva Estatal Sierra Montenegro con el Corredor Biológico Chichinautzin, donde la fauna terrestre sería perjudicada al no permitirle cruzar de un ecosistema a otro, entre otras serias consecuencias de afectación ambiental.

Por el año 2011, académicos del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias, CRIM/UNAM, ambientalistas, e integrantes de algunas comunidades colindantes con la Reserva, promovimos y gestionamos su conservación, como también, solicitamos a los gobiernos pusieran un alto a la urbanización ilegal, entre los demás ilícitos antes mencionados, pero los resultados fueron frustrantes al no contar con un apoyo mayor de las comunidades del lugar, como tampoco de las autoridades municipales y Gobierno del Estado, este último, el directamente responsable del cuidado y conservación de la Reserva Estatal Sierra Montenegro.

Pero continúo con el relato. Al llegar a la cima de una de las colinas de la Reserva, cansados, y sudados, el maestro Fortunato comentó, que, entre sus varias caminatas en la Reserva, nunca había llegado a esa altitud, la conservación del lugar era perfecta, no había rastros de depredadores humanos, más que de animales nativos del lugar. Alguien del grupo, para sorpresa de todos, mágicamente saco de su mochila una botella de vino y varios vasos, y entonces… brindamos por la Reserva Estatal Sierra Montenegro.

Continuamos la caminata ya cayendo la tarde, ayudando a caminar a un compañero que se lastimó una pierna, hubo un momento complicado en el que nos perdimos, pues entre la maleza y árboles se pierde la perspectiva, y para acabarla de amolar, el agua se había terminado, pues fue más largo el trayecto de la caminata a lo que habíamos calculado. Afortunadamente, la experiencia y conocimiento del lugar del biólogo Fernando Jaramillo nos guio hacia la salida de la Reserva bajando por una pendiente muy inclinada, de la cual, con mucha dificultad bajamos al compañero herido, pero finalmente logramos descender a un punto de la carretera del Cañón de lobos, donde mi esposo, Charlie, ya nos esperaba ¡con una mesa con mantel puesto, y en ella, comida y bebida! Fue como cuando un sediento en el desierto llega a un oasis. Estábamos muy cansados, algunos con raspones por la maleza después de la extenuante caminata, pero satisfechos y felices por la maravillosa vivencia expedicionaria, entonces, nos dispusimos a gozar del banquete. Como olvidar ese día…

Larga vida a la Reserva Estatal Sierra Montenegro.

*Flora Guerrero Goff* Integrante del Consejo Directivo de la Fundación Biósfera del Anáhuac, A.C., Iniciativa Bosque de Agua, integrante del Comité Ejecutivo del Programa de Ordenamiento Ecológico y Territorial de Cuernavaca y Temixco, y directora de Guardianes de los Árboles, A.C.

Foto: Flora Guerrero

fguerrerogoff@gmail.com

**Fuente. Fundación Doster, Dr. Fernando Jaramillo Monroy.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *