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Cristina Girardo*

Una de las cuestiones centrales que plantean los principios de la economía social y solidaria radican en constituir un conjunto de prácticas y acciones que permite a las personas generar propuestas alternativas en su condición de trabajadores. En otras palabras, no se trata de una “economía de los pobres”, es decir, que muchas personas al no encontrar otra solución se dedican a ejercer algunas de las actividades que englobamos como alternativas a la economía tradicional. Como veremos no es una cuestión sólo de léxico. Retomaremos en esta breve reflexión, que entendemos por propuestas alternativas en el marco de la economía social, solidaria y popular.

Una manera de trabajo que hemos generado desde el Nodess Morelos Solidario y Cooperativo es contar con diagnósticos territoriales sobre los lugares y las comunidades a las cuales queremos acercarnos para trabajar. En muchas ocasiones se trata de colectivos de mujeres, otra de ejidatarios, otra de grupo de campesinos, agricultores, apicultores, etc.

En algunos de estos diagnósticos realizados hemos encontrados que se trata de prácticas en muchas ocasiones ancestrales que siempre buscaron resolver cuestiones fundamentales como son la alimentación, la salud, la vivienda, la vida en sentido amplio.

Comunidades rurales, algunas de ellas pobladas por pueblos originarios, que a través de los años han podido resistir a prácticas devastadoras tanto de su ambiente, de sus culturas, de sus modos de vida. Situaciones agravadas durante estas últimas décadas ante el deterioro impuesto por políticas neoliberales.

Asimismo aparecen en sus relatos de vida cuáles fueron las prácticas para resistir. Y son estas prácticas precisamente las que hoy rescatamos y revalorizamos, desde la economía social, solidaria y popular. Es decir, son todas esas acciones que han permitido y permiten reproducir la vida en sentido amplio, que implica dotarlas de todo un sentido social, cultural, político y antropológico.

Aunque aparezca desvalorizada y suene ya retórica la palabra resistencia, ya sea ancestral como en la coyuntura actual, con sus matices, es necesario complementarla con “propuestas alternativas”.

Se necesita todo un trabajo pedagógico y social, alrededor de valorar y reivindicar esta forma de hacer economía, de respeto y fomento de sus formas organizativas y de integrar la labor que realizan. Y no sólo con las personas y las comunidades que lo hacen, sino fundamentalmente con la sociedad, con los decisores de políticas públicas, con los legisladores que son quiénes harán las leyes para el reconocimiento de estas formas de trabajo y de vida.

Como señalamos, no se trata de una economía de los pobres, no se trata de pedirle regalías o asistencia al Estado, se trata de revindicar derechos, de construir autonomía desde prácticas sociales, económicas, políticas y culturales. De esta manera podemos concebir entonces “la resistencia con alternativa”, creando nuevas formas de relacionarse, de producir, de comercializar, construyendo organizaciones horizontales, cooperativas, y solidarias.

*Integrante del NODESS Morelos Solidario y Cooperativo.

c.girardo@hotmail.com

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Foto: SAyDR