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Karime Díaz

 

Llegó marzo y llegó el calor a la eterna primavera. Las calles están inundadas de flores color Jacaranda, pero también el 8 de Marzo las mujeres tomaremos las calles para contribuir a que esta marea violeta se expanda y, a decir verdad, difícilmente esa mancha violeta dejará de estar presente en las calles, en las vidas.

En marzo las mujeres reivindicamos la lucha por nuestros derechos, una lucha que lleva años y que falta camino por recorrer. En Latinoamérica hemos acuerpado esta lucha de manera muy particular y diferente a los países europeos o en Norte América. En ambos mundos, (pero en circunstancias diferentes) son las mujeres interesadas en el acceso al conocimiento quienes agitan las aguas al señalar las desigualdades.

En México este movimiento surge en Yucatán con el Primer Congreso Feminista en 1915, casi 67 años después que en Europa. Se congregaron más de 700 mujeres principalmente profesoras pues era una de las carreras profesionales a la que sí se nos permitía acceder, pero en escuelas especiales para mujeres. Aquí se discutieron varios temas muy amplios como el cambio de los contenidos educativos, incluir que se permitiera enseñar anatomía del cuerpo femenino, se habló de la ciudadanía política de las mujeres (con gran influencia de las sufragistas), permitir el divorcio absoluto, y, desde entonces, se habló de los derechos reproductivos y sexuales de las mujeres.

Las maestras gestaron la ola violeta en nuestro país, una de las más destacadas fue Hermila Galindo. Quien, de pensar en su historia, se me hace la piel chinita porque me llena de orgullo hablar de una de las mujeres que forjaron la patria. Una mujer revolucionaria en todos los sentidos.

Nació el 2 de junio del 1886 en Durango. Estudió en escuelas de señoritas y a muy temprana edad inició a dar clases particulares. Fue una impulsora y comunicadora de propaganda revolucionaria por sus habilidades como taquimecanógrafa. Además, tenía una gran capacidad de oratoria que impresionaba a cualquiera; tanto, que fue invitada por Carranza como su secretaria particular. Las oportunidades siguieron llegando para ella e inició su carrera como periodista. Sin dudarlo empezó a escribir sobre mujeres y de la importancia de su participación en la vida política y pública.

Para aquella época, la visión con perspectiva de género de Hermila era sorprendente. Su discurso fue leído en la inauguración del Primer Congreso Feminista, fue de hechoquien habló de educación sexual, ¿se imaginan? Esto causó gran revuelo entre las asistentes y fuertes discusiones por la “inmoralidad” de la propuesta. Entre esto y el tema divorcio, fue duramente criticada pero posteriormente encontró aliadas que la fortalecieron y defendieron, haciendo manada.

Posteriormente, Hermila solicitó al Congreso Constituyente el voto femenino basada en la igualdad de los derechos de las personas frente al poder político. Esta propuesta, por supuesto que fue rechazada, aun así, desafiando todo, se presenta como candidata a diputada federal por el V Distrito Electoral de la Ciudad de México. Aunque no ganó, este acto fue un parteaguas ya que, aunque no podíamos siquiera votar, la idea de ser votadas era todavía más lejana. Para ella, estos dos derechos eran casi obligaciones al considerarnos ciudadanas, nuestra participación política también construye este país.

Se le otorgó el reconocimiento al mérito revolucionario y fue considerada veterana de la Revolución Mexicana, pero, en la vida de las mujeres, un suceso que marca un antes y un después debido a las desigualdades y la gran carga de trabajo que se asume que es únicamente de las mujeres, es la maternidad. Así que después de la muerte de Carranza y de que ella se casara y convirtiera en madre, prácticamente desapareció de la vida política y pública. Aun así, siguió atenta de lo que acontecía en el país y vio cristalizarse una de sus más grandes luchas el 17 de octubre de 1953. Adolfo Ruiz Cortines la reconoció por este arduo trabajo impulsando el sufragio femenino universal.

Un año después, fue encontrada sin vida por su hermana en su habitación. Murió de un infarto, pero con la máquina de escribir bajo el brazo con una lista de cosas que para ella quedaron en el tintero en términos de derechos de las mujeres. Hermila mira, otras mujeres mexicanas continuamos luchando orgullosas con el legado que nos dejaste.

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