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Este año me prometí navegar mi vida de manera diferente a lo que estaba acostumbrado, ya saben lo que dicen; con los años los hábitos se vuelven cada vez más arraigados, nos hacemos necios, y nos volvemos rígidos, cómo los músculos cuando no los estiramos, por eso es importante el ejercicio, y por eso me resulta importante a esta edad de mi vida (33) desplegar las alas y tener hambre de otros horizontes, no volverme rígido.

Tiene razón Domenico en Nostalgia de Tarkovski:

Debemos llenarnos los ojos, los oídos, con cosas que sean el inicio de un gran sueño. Alguien debe gritar que construiremos las pirámides. ¡No importa si después no las construimos! Debemos alimentar el deseo y debemos estirar los rincones del alma como si fuera una calle infinita…”.

Puestos a imaginar, hace dos semanas inicié clases de Rap, me resultaba un poco impostor con mi título de músico de bellas artes y toda esa mierda de academia, pero ¿No es un tanto parecido? La improvisación en el jazz es una práctica de métrica, de escalas, de recursos, figuras rítmicas, licks, silencios, referencias, frases, etc. Resulta que iniciando mis clases de rap con unos de los mejores MCs de México, empezamos por practicar lo mismo; rítmica, silencios, flow, intención. Es verdad lo que me dijo Eric, el Rap es cada vez más respetado en el ámbito académico, e inclusive se empieza a enseñar en las grandes escuelas como M.I.T, y no era mentira yo mismo lo busqué y puedes encontrar la asignatura en el siguiente enlace; https://cmsw.mit.edu/cms-s60-cms-s96-rap-theory-and-practice/#:~:text=%E2%80%9CRap%20Theory%20%26%20Practice%2C%E2%80%9D,individual%20creativity%20and%20group%20collaboration.

En resumen, la improvisación en el jazz así como el freestyle en el rap, es una práctica que tiene todo en común, pero con la diferencia de que los recursos, que utiliza son las palabras que utilizamos para hablar, para describir nuestro mundo, para llamar a nuestra mamá los domingos, para hablar con nuestro perro cuando nadie nos ve, para darnos ánimo y cuerda cada que nos levantamos de la cama, para terminar una relación, para gritarle a alguien que lo odiamos, o para por fin con voz temblorosa decirle a alguien que lo amamos. En ese sentido, uno puede rapear acerca de cualquier cosa, inclusive hay raps sobre dinosaurios, o sobre la historia del modelaje, ¿no te parece hermoso? Es pedagógico.

Una de las razones por la cuales me siento atraído hacía el Rap y la cultura Hip-hop, es porque encontré en ella, una forma de contar historias diferente a leer libros, o ver películas, y muchas veces esas historias hablaban de cosas crudas y serias, uno de lo más claros ejemplos es: Mother I Sober, de K. Lamar, que cuenta una fuerte historia acerca del abuso sexual, de los traumas infantiles que ello deja, y de buscar tu dios fuera del templo:

“Where’s my faith? Told you I was Christian, but just not today

I transformed, prayin’ to the trees, God is taking shape”

Es espiritual

Han sido dos sesiones maravillosas con mi maestro de Rap y escritura, en la última sesión hicimos un juego de palabras y por fin empezamos un poco a soltarnos, y a nadar dentro de las aguas del flow.

Uno de los ejercicios que más me gustó, fue darle pesos a las palabras que utilizamos, cada palabra que elegimos al hablar despierta un sentimiento o una imagen, y Eric me alentó a darle a esa palabra una entonación que evocara ese sentimiento o imagen, es decir; decir ansioso y meterle esa voz temblorosa y frágil. O decir grandioso y sentir esa fuerza y grandeza en toda la palabra mientras se extiende por nuestros labios.

Me quedé pensando en ello. Las palabras pesan, algunas son ligeras en la báscula, algunas son inofensivas, y otras nos puedes destruir. Ahora mismo mientras escribo esta carta M. está a mi lado, me ve escribir y sabe lo mucho que me gusta, así como los libros y las bibliotecas, y a pesar de que ella no es fan de tales lugares, me mira escribir y me dice en voz seca; voy a buscar una biblioteca cerca por si quieres ir, y ese quizá es uno de los gestos más bonitos que le puedes decir a alguien, decirle con un par de enunciados, me interesas y lo tuyo es tan importante como lo mío. Todo eso dicho con unas cuantas palabras que pesan hondo con mi corazón.

Hace poco me leía un libro de un padre que tras muchos intentos de salvar el cáncer de su hijo, termina por invadir una de sus piernas y debe ser amputada para que no se extienda por todo el cuerpo. Todos los días el padre solía despertar al hijo para llevarlo a la escuela enunciando dos palabras; es hora. La mañana de la incisión el padre se levantó con coraje, tristeza y lleno de impotencia, despertó a su hijo y como todos los días le dijo; es hora. Pero esa mañana esas dos palabras pesaron como nunca. Es hora.

Es hora de empezar. De alumbrar el itinerario del mapa. De cuidar nuestras palabras, de honrarlas. De no regalar tequieros a menos que empuñen con sinceridad el corazón. De ser conscientes de su peso. De decir perdón con toda la intención de la palabra. De tener coraje a explorar nuevos caminos.

Levántate.

Es hora.