ESCAPE

Hélène BLOCQUAUX*

Zumbando con sus poderosas alas, un colibrí entró por la ventana entreabierta y eligió el marco de la acuarela de Arantza para detenerse; no cualquier cuadro, sino la pintura emblemática de los volcanes eternamente enamorados frente a un fondo crepuscular.

Arantza había amanecido con la mente nublada por los discursos inquietantes emananados de los medios de comunicación tradicionales y digitales. Buscó resguardo con su amigo Vicente quien recibió una letanía de lamentos sobre el mundo decepcionante e indescifrable que les espera, lleno de violencia y amargura en su mensajería de celular. Aún somnoliento, Vicente intentó, sin mucho esfuerzo, bajar el nivel de alarma de su amiga, reconociendo, sin embargo, los momentos angustiantes a fuerza de previsiones, estadísticas y sondeos sombríos imperantes en cualquier contenido mediatizado. Le llamó para contarle un par anécdotas divertidas ocurridas recientemente, como por ejemplo su experiencia como shifter, más allá de los juegos videos y del metaverso durante la cual, construyó un mundo más seguro y ameno en la cumbre de una montaña de la India y luego imaginó un picnic con su familia en un parque sin juegos mecánicos ni diversión artificial. Arantza escuchaba con suma atención la voz de Vicente que se tornaba hipnótica invitándola a participar a uno de los escenarios con más éxito en la plataforma.

Se dieron cita en el mostrador de la línea aérea para escoger el destino de su viaje de último momento, justo antes de abordar el vuelo que les fuera asignado. Adentro de su equipaje de mano, llevaban lo estrictamente dispensable para llegar a la ciudad. La compra de ropa ajustada al clima era parte del plan consistente en improvisar, dejarse llevar por la magia de lo inesperado donde las preguntas vertiginosas iban a darse en medio del mundo de oportunidades creado por ambos. Sentían su existencia plena, casi desbordante a bordo del avión, disfrutando de la historia en creación en la que la única palabra prohibida era la de imposible. Barajas nuevamente las cartas de la vida para crear otro escenario como intento seguido de otro más inverosímil aún. Él le dijo que hay que tener sueños de largo alcance porque se pueden realizar cuando menos lo esperamos, a lo que ella contestó que ser humano, simplemente humano es heroico por los tiempos actuales.

Lo último que Arantza le escribió a Vicente fue que los sueños despiertos son mejores que la rutina real y que de ahora en adelante iba a ser una adepta del shift cuando sus anhelos desencajasen demasiado.

Más avanzado el día apuntó un mensaje que recabó miles de likes en redes sociales: “Cómo quitar el miedo al futuro que tienen los jóvenes. Inventarlo, pero sin certeza de que funcionará, construir metas, aunque no se pueda asegurar ninguna, tener ideas claras, tomar riesgos, estar siempre con un paso adelante, usar el miedo como un motor para contrarrestar las amenazas o escapar de la realidad amenazante”

El colibrí se alejó de la acuarela para columpiarse en la rama de buganvilia afuera de la ventana de Arantza.

Nota: Los sucesos y personajes retratados en esta historia son ficticios. Cualquier parecido con personas vivas o muertas, o con hechos actuales, del pasado o del futuro es coincidencia, o tal vez no tanto. Lo único cierto es que no existe manera de saberlo y que además no tiene la menor importancia. Creer o no creer es responsabilidad de los lectores.

*Escritora, guionista y académica de la UAEM

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