AMORÍOS

Oswaldo concentraba una parte escogida de sus esfuerzos para conquistar a Lilian pese a las posibilidades de tener éxito en su relación virtual, más reducida aun por las distancias kilométricas interpuestas entre ambos. De calcularse en horas de transporte, un encuentro corría el riesgo de convertirse en un proyecto imposible para él, aunque concebible afirmaba Lilian, siempre dando muestra de un optimismo desmedido. No era por lo tanto de extrañar el saber que Oswaldo dedicaba su vida a los negocios redituables y Lilian a soñar con amores ilusorios, además de trabajar como fotógrafa freelance.

Pasadas unas cuantas semanas de conversaciones en modo remoto, Oswaldo escogió abrir una segunda opción sentimental aparentemente más segura con Brenda, la que trabaja en la oficina junto a la suya. durante varios desayunos, comidas y cenas Oswaldo no soltó su celular, al grado de que una tarde lo agarró para usarlo como cuchillo así que Brenda no logró reprimir una carcajada ruidosa Y el hombre, no siendo novios todavía, expresó su inconformidad vehementemente. A partir de ese evento Brenda dejó de ir a compartir comida con Oswaldo quien poco después dejó de insistir y buscó más candidatas entre las amistades de sus relaciones en redes sociales, sin manifestar grandes esperanzas sino cierto aburrimiento ante tantas fotografías femeninas retocadas.

Tres mujeres aceptaron sus invitaciones con entusiasmo. Es de comentar que el perfil de Oswaldo lucía pulcro: una foto con sonrisa amplia con un fondo boscoso, información puntual sobre su actividad profesional, centros de interés sin olvidar la mención de la palabra que Lilian le pedía cambiar: soltero.

Algo presintió Lilian una mañana y pidió sin cesar confirmación de la cita programada en videoconferencia. Sin respuesta, la mujer emprendió una búsqueda exhaustiva, queriendo indagar cualquier huella digital que le pudiera confirmar su sospecha: Oswaldo conversaba con otras mujeres y formulaba las mismas promesas a cada una. Absorbió rápidamente sus lágrimas con un kleenex que arrojó enseguida al bote de basura y reflexionó en la posibilidad de terminar con sus sueños amorosos de fantasía, de una vez por todas, con un clic de unfriend. Las frases de Oswaldo parecían significar al mismo tiempo: te quiero y no te quiero. Lilian tomó conciencia de la fragilidad de los intercambios virtuales con desconocidos junto con la afectación que podía resultar en su extrema sensibilidad emocional y artística. Sin embargo, decidió agregar más tiempo y oportunidad a que la relación pudiera parecerse a una realidad tangible en su vida.

Ocupado por varias conversaciones con perfiles tan distintos, Oswaldo calculó el tiempo invertido versus beneficios obtenidos. El resultado no fue concluyente. Oswaldo bajó a su celular la aplicación ChatGTP de instalación gratuita, pero con pago para su uso, un asunto que hizo detenerse unos minutos el hombre de negocios antes de aplicar el cobro. Las tareas encomendadas a la IA consistieron en primera instancia en atender las solicitudes y preguntas según el perfil de cada una sus ahora cuatro opciones virtuales. Oswaldo descansó y se fue de viaje con dos amigas de la infancia.

Nota: Los sucesos y personajes retratados en esta historia son ficticios. Cualquier parecido con personas vivas o muertas, o con hechos actuales, del pasado o del futuro es coincidencia, o tal vez no tanto. Lo único cierto es que no existe manera de saberlo y que además no tiene la menor importancia. Creer o no creer es responsabilidad de los lectores.

*Escritora, guionista y académica de la UAEM