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Por Miguel A. Izquierdo

Las sillas, esos objetos alguna vez inventados para proporcionarnos descanso tras los trajines del trabajo y de la trashumancia, han sido el asunto elegido por Pablo Delgado, artista plástico habitante de Jiutepec, para ser representado en sus acrílicos sobre cartulina negra. Sus diseños y composiciones, muestran “relatos” de quienes se han servido de ellas para negociar, comer, discutir, amistar y también para combatir. No hay en la serie necesidad de mostrar a humano alguno, basta con la disposición de las sillas, con mostrar su estado, para dar cuenta de la riqueza de escenas, y posibilidades de historias que están representando.  

​La gama acrílica de colores de las sillas en la serie es fosforescente, que contrasta sobremanera con el fondo negro, y dado el amplio aire que ha dejado entre las escenas y el marco, aumenta el drama de lo sucedido entre humanos congregados previamente en cada espacio representado con ellas. La factura de las sillas, de todo tipo de modelos y materiales, puede datarse de variadas épocas, estilos, acabados y usos. Aunque su colorido pudiera ubicarlas en el último siglo, los dramas representados son intemporales, propios de conflictos que atraviesan por procesos civilizatorios y también de continuos fracasos, o falta de visión civilizatoria. Al momento me refiero a la pieza con arreglo de sillas en forma de cuadrado de tonos azules, con una mesa-pozo, revelando el vacío de la palabra que en tal reunión se expresa, su sin sentido. Exceso de formalidad en la disposición, en el encuentro, vaciamiento de su contenido. Es brutal el efecto conseguido por Pablo.

​En otra de las piezas, ha desaparecido el arreglo inicial, sólo quedan los restos de una trifulca o batalla entre comensales o negociadores fracasados, podríamos decir que se trata de una escena de bar del oeste traída a estos tiempos, en que las sillas se han convertido en el “argumento” a compartir, violentamente aventado, sobre los participantes. No hay una sola en pie, quien quiso golpeó, quien haya buscado la paz, concertar, fue vapuleado. 

​Una tercera pieza formada inicialmente por cuatro círculos que debieron ser perfectos, fruto de organización y voluntad de escucha entre las y los asistentes, muestra el momento en que chocan entre sí, por pares, los círculos y sus sillas de contacto, y yacen en el suelo, maltratadas. Los teóricos de las organizaciones podrían postular que tal situación es propia de desencuentros entre círculos de personas, teorías, organizaciones, como parte del transcurrir de la vida, pero también podríamos ver en la pieza, lo que en días atrás un video mostraba cómo se unen bajo el mar un par de burbujas, formando un anillo de amplitud mayor, que trasciende a las componentes iniciales y les da proyección en el mundo, bajo un nuevo estado, renovado y de naturaleza antes desconocida.

Sí, mar de historias en las obras de esta serie de Pablo Delgado, a quien felicitamos por mostrárnoslas en la Expo ArTepec, en una instalación jardinera, circular, junto al círculo de la Palapa: imagen de su imagen, metáfora de sus obras.

Visiten su sitio en Instagram, se sorprenderán, está como @pablo_delgadomc

 

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