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Por Cafeólogo®

Fue George Steiner quien dijo, en ese breve ensayo genial y delicioso titulado La idea de Europa, que “para conocer Europa había que hacer un mapa de sus cafés”, porque la Europa moderna fue concebida, confabulada, inspirada y entonces creada por políticos, científicos, artistas, militares, filósofos y mercaderes nada más ni nada menos que en sus cafés. En esos espacios abiertos, dialógicos, alejados de los salones de la burguesía, donde las diferentes creencias, pensamientos y formas de ver el mundo podían discutirse. Incluso hoy día un viaje a Europa debe contener la visita a algún café emblemático, y hay ciudades -como Nápoles o Atenas- que siguen teniendo un fuerte personalidad marcada por su modo de preparar o beber el café.

La ilustración europea es cortesía de esa bebida negra que llegó desde Medio Oriente, y antes desde África; y no sólo el mundo académico, intelectual y artístico tuvo como su sede los cafés de París, Ámsterdam, Londres y Hamburgo, también el mundo económico se configuró al calor del café recién servido -la bolsa de Londres fue primero un café de mercaderes- y la configuración geopolítica del mundo tuvo fuerte dependencia de los lazos de Europa con sus colonias y la producción de café.

Sospecho que hoy Europa y otras geografías o ideas -como dice Steiner- se configuran en otros espacios -probablemente virtuales- y no en cafés -y sus terrazas y barras-. Me pregunto si al cambiar de escenario dejamos atrás o perdimos alguna riqueza que sólo en los cafés se construye. Intuyo que esa forma del diálogo en persona con una bebida caliente y estimulante de por medio contribuyó de formas insospechadas a crear mundos; y aunque haya mucho cuestionable en esos mundos, el espíritu crítico y creativo estaba ahí. ¿Dejamos algo de eso atrás cuando decidimos dejar de crear el mundo en cafés y comenzamos a hacerlo… en redes sociales?

Hoy me animo a decir que el café, los cafés, esos espacios que tanto nos gustan a muchos, siguen siendo santo y seña de los territorios y comunidades que los habitan. Por sus cafés los conoceréis: por sus cafés conocerás a una ciudad, a un pueblo, a sus habitantes, nativos y expatriados, migrantes y parroquianos. Un café y sus cafés son un termómetro del temple, carácter, modo de ser y talante de quienes lo visitan. Y de esta forma, de alguna manera, haciendo un mapa de los cafés de un lugar podemos hacer un mapa de su forma de ser como sociedad. Las cafeterías, barras, cafés, son aún hoy una forma de signo vital de ese organismo complejo y dinámico que llamamos sociedad. Dime qué café frecuentas y te diré quién eres.

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