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(Los significados del diminutivo. Parte I)

 

JOSE ANTONIO GOMEZ ESPINOZA

 

“Doñita”, qué ricos “taquitos” “ahorita” se los pago. El uso frecuente del diminutivo que pareciera ser una forma de infantilismo tiene profundas raíces en la idiosincrasia y el sincretismo de nuestro lenguaje y asume significados que rebasan la semántica lingüística en el pensar y el sentir de muchos mexicanos.

 

Hace unos años asistí a una conferencia sobre las bondades de los transgénicos. Alguien del público preguntó al ponente, quien era un especialista en genética molecular, ¿Cuáles serían los impactos de los organismos transgénicos sobre nuestro “maicito”?El conferencista molesto y sin contestar la pregunta increpó al atrevido interrogante: “por favor, use la palabra maíz, no “maicito”, el diminutivo denota baja autoestima de quien lo usa”. El conferencista, sin duda debe ser un docto en la genética transgénica, pero se evidenció, poco ilustrado en cuanto a sensibilidad humana. Tampoco le reconozco como alguien ilustradoen el uso del lenguaje y menos en lenguaje del diminutivo característico del mexicano.

 

Esta incómoda experiencia me motivó a incursionar en el uso frecuente del diminutivo que casi todos los mexicanos tenemos y que al parecer compartimos con otros latinoamericanos, entre ellos los colombianos, aunque en diferentes contextos culturales. En la búsqueda de la interpretación del uso del diminutivo, descubrí múltiples significados, que van desde el sentido más literal, que es adjetivar la pequeñez, pero también se usa para enfatizar una cualidad, o resaltar un adjetivo. 

 

En la lengua anglosajona no hay una forma simple para diminutivo. Por ejemplo, si se quiere decir «cariñito» no hay un vocablo que lo describa y se tiene que usar por ejemplo “a little affection”. El sentido y el significado no son los mismos. En la relación sentimental entre los mexicanos, es frecuente el uso del diminutivo, “cariñito”, “muñequit@”, “chiquit@”. Incluso, algunos estudios revelan que, cuando el diminutivo deja de usarse en una relación, es una señal de decadencia de ésta. 

 

Algunas personas dicen que el uso constante del diminutivo evidencia baja autoestima. Dicen que decir “tortillita”, muestra la poca valoración de lo que somos y de lo que comemos. Incluso hay quienes opinan que el diminutivo es una especie de lenguaje infantil, casi aniñado e incluso hasta femenino. 

 

Por su parte, Guillermo Hurtado afirma que el uso del diminutivo es una especie de cortesía verbal, una forma de suavizar el lenguaje con un toque de delicadeza y ternura. No es lo mismo dar un regalo que un “regalito”, un favor que un “favorcito”. Es como ponerle azúcar a las palabras. 

 

Los mexicanos, lo usamos en ocasiones a manera de burla, o descalificación como el ya viral “ternuritas” que alguna vez usó AMLO, mofándose de una agrupación de personajes que tenían la intención de descalificar algunos de sus dichos. Estamos tan acostumbrados al uso del diminutivo en nuestro lenguaje cotidiano, que el dentista nos dice abra su “boquita”, el doctor, “te duele la pancita”, el peluquero, “agacha la cabecita”, etcétera. Los mexicanos a todo le damos el diminutivo, incluso a las dimensiones del tiempo las hacemos en diminutivo. Así, decimos “ahorita” al “ratito”. En el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, sólo aparecen “ahora” y “rato”. Nosotros inventamos el “ahorita”, “ahoritita” o “ratito” con significados diferentes. 

 

El diminutivo en México no puede comprenderse desde una visión generalizada y global del lenguaje, se tiene que contextualizar a partir de nuestra cultura, tradiciones y orígenes lingüísticos. En la siguiente entrega trataremos de comprender desde nuestra cultura, historia e identidad por qué los mexicanos usamos con tanta frecuencia el diminutivo, trataremos de explicar y comprender por qué somos tan cariñosos.

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