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Está de visita en México, y pronto en Morelos, la artista morelense y egresada de la UAEM, Lua Rivera Figueroa, quien desde hace seis años radica en Taiwán, produciendo y exhibiendo esculturas e instalaciones de gran tamaño, que se muestran en museos, jardines públicos y privados, incluso de otros países, y que suelen ser financiadas por organismos tanto públicos como privados, en general, bajo concurso o comisión.

Hemos tenido la gran oportunidad de entrevistarnos con ella, para actualizar nuestro conocimiento de su intensa trayectoria artística, como de la filosofía que inspira sus obras, así como de sus técnicas y selección de materiales.

Recordemos en primer lugar, una instalación presentada años atrás en la Escuela de Enfermería de la UAEM: ¿Dónde quedó el calcetín? En ella, a partir de una cantidad sorprendente de calcetines abandonados, impares, todos diferentes, armó unos seres “calcetinosos”, multicolores, que en conjunto, además de divertir, mostraba las posibilidades de dar sentido, dar uso, a materiales que caen en el abandono o van directamente a la basura. Desde entonces, Lua justificaba y daba curso a su postura de reciclar lo que usamos, consistentemente, y hacer de ello una forma de vida.

Más adelante, produjo una serie de nidos de gran tamaño, expuestos en un bosquecito de la Exhacienda La Luna, de Coatlán, como también en el Museo de la Ciudad de Cuernavaca, y en el parque Tlaltenango. En ellos, de los más sencillos a los más complejos, entreteje con sus manos, materiales de desecho, telas y cuerdas entre ellos, con una estructura metálica, llegando a nidos con capacidad de albergar a cuatro o cinco personas, cómodamente, allá en las alturas. Tentadores objetos artísticos que llegaron a conjugarse con producción audiovisual memorable, con participación de destacadas bailarinas y bailarines y fotógrafo local, que emulaban aves.

La más reciente obra de Lua, hecha en varias instancias con su pareja Lee Kuei-Chih, de quien nos ocuparemos en otro artículo, hace uso de telas y cuerdas que consigue en fábricas en calidad de material de desecho para ser reciclado. A partir de ellas, anudando, formando redes de gran resistencia, arma enormes “tubos”, “conos”, “túneles interconectados”, laberintos coloridos, que monta en espacios abiertos, sea contrastando con el paisaje o bien dándole un toque de acompañamiento armónico, que atrae a la participación de las y los visitantes. Sí, sus obras implican la interacción, son de tal fortaleza y a la vez, flexibles, que acogen a los visitantes y les dan oportunidad para interactuar con ellas. Algunas tienen altura de 6 metros, otras, de decenas de metros de largo.

Lua está acostumbrada a producir sus obras en tres o cuatro semanas, en equipo, para lo que contrata a varios jóvenes, los entrena y logra con ellos tal compromiso para trabajar en cualquier clima, a contrarreloj, para entregarlas a tiempo, y más que eso, para que cumplan estándares de seguridad al tacto y ante posibles contingencias. Lua solda, carga, tensa, arma, transporta, diseña, organiza, ordena y participa como una igual con los miembros del equipo.

Lúa vive de y crece a partir de sus obras, que toman camino hacia Bulgaria, Islandia, Puerto Rico, Japón, USA, Suecia y México. Es una artista de talla mundial, intensa, muy tenaz, de gran fuerza física y espiritual. ¡Bienvenida a Morelos!

Imagen que contiene edificio, exterior, papalote, paraguas

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Foto: Cortesía del autor