loader image

Miguel A. Izquierdo S.

Eran finales de los años ochenta, y pudimos visitar a unos parientes, que vivían en la zona desértica de San Luis Potosí. Su jefe de familia era docente de Primaria. A nuestra llegada, él no estaba en su casa, pues era día de votaciones estatales y colaboraba como representante de casilla. Llegó agotado, entrada la noche. Los habitantes de la pequeña cabecera municipal se resguardaban ya en sus casas, para descansar. Tras los obligados y esperados saludos, e invitarle una cerveza muy fría, le pregunté cómo le había ido. Me contestó sin apuros, como quien ha cumplido su tarea y se encuentra muy satisfecho.

– Esta fue una elección como esperábamos: sin novedades, sin testigos incómodos, sin observadores electorales. Pudimos hacer todas las triquiñuelas electorales que nos enseñaron en el SNTE, en acuerdo con el PRI estatal. Una por una, sin quien se opusiera a lo que hicimos, pues no llegaron los representantes de oposición a las casillas. Logramos el cien por ciento de los votos, pero para que nadie sospechara, dejamos dos votos para la oposición, allá ellos por faltar a sus obligaciones.

Yo estaba frío –en medio del intenso calor seco–, al escuchar cómo lo platicaba, sin sobresaltos, como quien está acostumbrado a hacerlo una y otra vez, rutinariamente…

Le pregunté:

– A ver, platícame cuál es el tejemaneje con los votos…

– Pues por ejemplo, aquí mucha gente no sabe leer ni escribir. Te preguntan ya con el voto en la mano, qué deben hacer. En ese caso, tomamos el voto, y con ayuda de su mano, rayamos por el PRI, y les llevamos a que lo metan a la caja de votación. Si son de la oposición y no saben votar, te preguntan cómo hacerlo y les decimos que tachen en donde dice PRI, para que no quede su candidato, ¡y caen como palomas crestunas!

– ¿Qué más hacen?

– Al terminar el horario de votar, nos pusimos a recortar las planillas de votos restantes y los fuimos rayando en favor del PRI y metiendo en las cajas de votación. ¡Pan comido!

– ¿Qué más les enseñaron en el SNTE?

– El carrusel, en ese llevas en camionetas a votantes de una casilla a otra para votar; en caso necesario, pero acá nunca hay necesidad; otra, robar las urnas al terminar la jornada; o si sabes de antemano quién será representante de la oposición en la casilla, le das un billete para que no se presente y te deje hacer, o lo asustas la noche anterior. ¡Hay tantas maneras de ganar!

– ¿Y dónde les dieron ese curso de mapachismo?

– En la Supervisión escolar, ahí citan a todos los directores de escuela y profesores del SNTE interesados en colaborar con el PRI, sobran candidatos. Se les capacita y se hacen compromisos para cumplir la tarea, para entregar a tiempo las urnas e informar como se pueda de los resultados, esa misma noche. En muchísimos pueblos no hay ni teléfono, en ese caso deben pagar transporte a la ciudad más cercana e informar al menos por teléfono, y al día siguiente, llevan la documentación de las casillas. Pero no trabajas solo, hay un equipo de apoyo del SNTE, casi en todos los pueblos…

Los detalles que me dio posteriormente, seguían el patrón anterior: meses antes ya estaban muy organizados para el fraude, tal como Jonguitud Barrios, y luego Elba Esther, les enseñó y ordenó. De allá vienen muchos inventos y recreaciones del mapachismos, que luego derivaron en la creación de vergozantes partidos bisagra, de bolsillos llenos, vendibles al postor más adinerado. A eso hay quien penosamente le llama, parte de la “cultura magisterial”.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *