Andrea Álvarez Sánchez
De niña, vivía en el Quartier Latin de París. Cuando íba con mi padre al jardín de Luxemburgo, recorríamos la calle Claude Bernard, donde a mi papá le gustaba tomar café, pasábamos frente al Instituto Curie. Yo imaginaba que Marie Curie era una persona importante, pero no sabía más de ella.
Una vez, vi a una señora en la entrada del edificio. Recargada en la puerta, lloraba con un pañuelo blanco en la mano y un sobre. Me quedé impresionada de ver a una mujer adulta sollozar de esa forma. Mi padre me explicó que ahí se le hacían radiografías a la gente, y quizá los investigadores habían visto algo malo dentro de su cuerpo o el de algún familiar. Por días me quedé pensando en la maravilla de mirar el interior del cuerpo, me pareció fascinante.
Maria Salomea Skłodowska-Curie fue una física y química polaca nacionalizada francesa. Nació en Varsovia en 1867. Su interés por la ciencia despertó porque su padre, matemático y físico, tenía un pequeño laboratorio en su casa. A pesar de enfrentar obstáculos por ser mujer, Marie decidió seguir su pasión y estudió de forma clandestina en la universidad. A los 24 años, se fue a París y concluyó sus estudios en la Sorbona. Allí, conoció a Pierre Curie, un físico que compartía su interés por el estudio del fenómeno de la radioactividad, término que ella misma acuñó. Los dos se enamoraron y se casaron en 1895.
Marie y Pierre Curie junto a Henri Becquerel realizaron estudios sobre la radiación, lo que los llevaría a recibir el Premio Nobel de Física en 1903. El comité seleccionador pretendía honrar solamente a Pierre y Henri, negándole reconocimiento a Marie por ser mujer. Sin embargo, Pierre no aceptó recibir el premio si no se reconocía también el trabajo de su esposa. Así Marie Curie se convirtió en la primera mujer en recibir tal galardón.
Mas adelante descubrieron dos nuevos elementos químicos: el radio y el polonio. Nombrarían a este último en honor al país de origen de Marie. El polonio es un raro metal altamente radiactivo. Se encontraban en la cima profesional, pero lamentablemente en 1906, mientras Pierre caminaba bajo lluvia por la rue Dauphine, del barrio de Saint-Germain-des-Prés, fue atropellado por un carruaje y murió por una fractura en el cráneo, dejándola viuda y con dos hijas.
Marie continuó sola sus investigaciones y ganó un segundo Premio Nobel en Química en 1911. Se convirtió en la primera y única persona en recibir dos premios Nobel en distintas especialidades. También fue la primera mujer profesora en la Sorbona.
El dicho «Detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer» se refiere al apoyo que daban las esposas a los hombres célebres. Marie Curie tuvo la grandeza de destacar a pesar de su época y la suerte de tener a su lado a un gran hombre que reconociera sus aportaciones científicas.
El año pasado llevamos a nuestros hijos a conocer la Ciudad luz. Pasamos frente el Instituto Curie, especializado en investigación y tratamiento del cáncer. También visitamos el Panteón de París, donde se encuentra su tumba. Trabajar con esos minerales le provocó la «enfermedad de los rayos» que padecería hasta el final de su vida. Pero gracias a eso, ella dejó un rayo esplendoroso de sabiduría a la humanidad. La libreta de trabajo de Marie Curie hoy se encuentra en una caja de plomo sellada dentro de una bóveda de la Biblioteca Nacional de Francia, debido a la cantidad de radioactividad que posee.
Un destello brilló en mi alma al regresar a estos simbólicos lugares y recordar mi infancia en el Barrio Latino, donde supe de Marie Curie por primera vez.
Exvoto a Marie y Pierre Curie. Taller de Madame Andreyeva, 2023.