Además de Cuauhtémoc Blanco, son muchos los que se van

 

En medio de la crispación que provoca la terrible combinación de un gobierno fallido (o por lo menos extraordinariamente limitado), campañas políticas encabezadas por grupos enfrentados mucho más en lo personal que en lo ideológico, grupos sociales polarizados por su carácter de anti-algo, y hasta medios de comunicación que privilegian el chismecito sobre la información útil, el eventual prematuro retiro de Cuauhtémoc Blanco (tan pronto como mañana o en algún otro momento de recurrir a artificios jurídicos), parece un mal menor.

Sin duda habrá pocos que lamenten el retiro anticipado del mandatario de Morelos que buscará nuevos horizontes en la política parlamentaria, esa que tantos dolores de cabeza le ha provocado en Morelos. Los niveles de aprobación del gobernador son extraordinariamente bajos de acuerdo con prácticamente todas las mediciones de opinión pública y la posibilidad de que el rechazo al mandatario se reduzca parece imposible. Habrá, sin embargo, una fracción de su funcionariado que lo extrañe, sobre todo frente al riesgo de quedarse prematuramente sin chamba.

Pero Cuauhtémoc Blanco no es el único que se retirará temprano de su encargo, otros que se liberarían de la pesada carga de ser funcionarios para hacer campañas son los candidatos a senadores, Víctor Mercado y Juanita Guerra; y a diputados federales, Sandra Anaya, Agustín Alonso Gutiérrez, Juan Ángel Flores Bustamante, Ariadna Barrera e Isaac Pimentel.

También podría retirarse la jefa de la oficina de la Gubernatura, Mónica Boggio, quien busca ser magistrada del Tribunal de Justicia Administrativa. Y tienen su veladora prendida para ser candidatos a diputados o alcaldes otros funcionarios que podrían abandonar previamente las barcazas que les fueron encargadas, como los secretarios de Desarrollo Sustentable, José Galindo; Desarrollo Agropecuario, Omar Taboada; Desarrollo Social, Alfonso de Jesús Sotelo; Contraloría, América Berenice Jiménez; Movilidad y Transporte, Eduardo Galaz; Comisión Estatal del Agua, Jaime Juárez; y el responsable del programa IMSS Bienestar en Morelos, Marco Antonio Cantú. Si los santos a quienes recen les hacen el favor, también estarían entregando pronto su renuncia al cargo.

También hay otros que, sin la protección del gobernador estarían fuera del gabinete como Eliacín Salgado, director del Instituto de la Educación Básica; Héctor Barón, de los Servicios de Salud Morelos; la secretaria de Turismo y Cultura, Julieta Goldzweig; la de Desarrollo Económico, Cecilia Rodríguez; y algunos de los citados en el párrafo anterior tampoco tendrían espacio en ningún gobierno que no presidiera Cuauhtémoc Blanco o alguien de su equipo.

Así que, en caso de que el gobernador solicite licencia y el Congreso del estado nombre a un sustituto, lo que parece jurídicamente más sano y políticamente menos complicado, de cualquier manera tendría que conformarse un nuevo gabinete, por lo menos en tanto la primera mujer que ocupe la gubernatura llega al cargo, es decir, hasta el 30 de septiembre.

Optimista como suele ser, Cuauhtémoc Blanco ha advertido que no permitirá que la oposición se haga de la gubernatura. Y desde la trinchera de sus críticos podrían responderle “¿tú y cuántos más?”, porque lo cierto es que al gobernador no le dan los números en el Congreso local para siquiera sugerir a su sucesor. Blanco ha adelantado su intención de ser relevado por Samuel Sotelo Salgado, pero la posición de los diputados de oposición, por lo menos de una decena de ellos, es nombrar a un sucesor lo antes posible.

“Si son caballeros debían permitir que llegue el secretario de Gobierno” condiciona el mandatario olvidando que hay once diputadas (Andrea Gordillo, Macrina Vallejo, Ariadna Barrera, Paola Cruz, Luz Dary Quevedo, Verónica Anrubio, Mirna Zavala, Tania Valentina Rodríguez, Edi Margarita Soriano, Erika Hernández y Marguis del Rayo). De ellas, por cierto, ocho son opositoras a su administración. Además, el asunto trasciende la esfera de la caballerosidad, hay una serie de ordenamientos legales que, si bien complejos, establecen el mecanismo de reposición del poder en Morelos que, aún lento y riesgoso, es el que debe aplicarse.

En su carácter de secretario de gobierno, Samuel Sotelo Salgado podría suplir a Blanco Bravo por hasta sesenta días, después el Congreso tendría que nombrar a un sustituto. No hay recovecos en esto. En todo caso, lo que puede complicarse es la construcción de un acuerdo para nombrar al sucesor. Por eso son las dudas de Cuauhtémoc que explican la falta de claridad, aunque su intención es ya confesa, no permitir que la oposición nombre a un gobernador no “afín” a su administración.

“Hay muchos buitres”, dice el mandatario cuando refiere a la situación en la que ha puesto a su administración, en un pésimo símil que pretende olvidar que esas poco agraciadas aves se alimentan de carroña, es decir, restos de animales muertos. Y salvo que el gobernador sepa otra cosa, el Ejecutivo de Morelos aún respira, aunque sea (como dice la canción) por la herida.

En todo caso, lo que debería preocupar a todos es la posibilidad de que se desperdicie una oportunidad para, por lo menos durante los próximos seis meses, tener un gobierno actuante y comprometido con los morelenses, que inicie un proceso de reconciliación urgente para quien quiera que sea la próxima gobernadora; y eso parece imposible con quienes hoy están en el Ejecutivo, tampoco se ve alguien en el Legislativo o el Judicial que pudieran resolverlo.

Como están las cosas hoy, probablemente cambiar por completo de baraja. Aunque a Blanco y los suyos no les agrade tanto la idea.

La otra es dejar que las cosas sigan como están, y parece que eso es lo que menos conviene a Blanco, sus colaboradores, la política local, y especialmente, a los morelenses.

En un ambiente de tal enrarecimiento, lo que menos requiere Morelos, por cierto, son campañas negativas, y esas vienen ya de todos los frentes, aunque no se reconozca en ninguno.

@martinellito

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