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Tatiana Vanessa González Rivera

 

Sí, este marco normativo de la Economía Social y Solidaria (ESS) tiende más a su involución que a su desarrollo racional y reforzamiento; y esto lo afirmo a partir de lo que discutíamos la semana pasada aunado a las siguientes reflexiones que no puedo dejar de plasmar en este espacio de divulgación, pues es parte de mi compromiso con la academia y con los lectores interesados en este tema.

Las leyes federales, es decir aquellas que operan a nivel nacional, y que en materia de cooperativas hemos traído a colación anteriormente, no son los únicos tropiezos legislativos que se han cometido en relación con el andamiaje legal aplicable al Sector Social de la Economía mexicano. Cabe destacar que la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (CPEUM) en su artículo 73, fracción xxix- n, establece una facultad concurrente en materia de fomento cooperativo; es decir, que las entidades federativas a través de sus legislativos pueden aprobar leyes orientadas al fomento de las cooperativas, un acierto sin duda; no obstante, se ha detectado que estas leyes se construyen a partir de estudios de gabinete desvinculados de diagnósticos oportunos de las prácticas que se registran en los pocos estados que cuentan con dicha norma (Ciudad de México, Hidalgo, Coahuila, Sonora, Quintana Roo)  y por supuesto sin mediar consulta o grupos focales organizados con los protagonistas del sector; y en la mayoría de los casos, se trata de una copia fiel de la Ley de Fomento Cooperativo del Distrito Federal (hoy Ciudad de México).

Otro retroceso ocurrió en 1992 con la reforma al artículo 27 de la CPEUM y la Ley Agraria reglamentaria de tal disposición constitucional, esta ley es la encargada de regular todo lo referente a los ejidos y comunidades. Dichareforma legalizó la enajenación de las tierras ejidales opacando, con esta lógica de mercantilización y privatización, aun más el fin económico de los ejidos y el potencial de la propiedad social que abarca la mitad del territorio nacional. En varias partes del país, los ejidos son formas de la ESS en resistencia cuya realidad ha rebasado a la normativa aplicable.

Frente a este panorama normativo no cabe duda que los legisladores no tienen un interés en estos temas y los pocos comprometidos, en mi opinión por razones de diversa índole más que por cumplir cabalmente con su labor a partir de una sensibilización en materia de ESS, apuestan por trabajos teóricos, copiando y pegando disposiciones contenidas en leyes de otros países, con total desconocimiento de lo que es la ESS, tampoco tienen claro qué entidades u organizaciones la conforman y cuáles son sus problemas específicos, necesidades apremiantes y áreas de oportunidad a nivel territorial. Esto es lo que nos lleva a un sistema con leyes inaplicables pues la productividad del legislativo se mide a partir de la cantidad de leyes que emite como si se tratara de “hacer tortillas” tal cual, alguna vez, enfatizó Miguel Carbonell en una de sus intervenciones. Se sigue aplicando el método invariable de “arriba-abajo” para construir los ordenamientos jurídicos sin recuperar la experiencia viva de los protagonistas del sector. 

Corresponde recordarle a los “hacedores de las leyes” que la academia tiene mucho que aportar en esta labor, las investigaciones serias y con impacto social son uno de loselementos para coadyuvar en el diseño de las políticas públicas en sentido amplio (normativas y operativas). Asimismo, muchas veces se ha criticado el tema post-legislativo, es decir, que no hay un seguimiento posterior de los efectos que provoca la ley una vez aprobada y vigente¿Qué tal una analogía para comprender mejor a lo que me refiero? Esto es como el caso del médico, imaginemos que después de una cirugía no visita al paciente para saber sus síntomas, si mejoró o empeoró, si el método fue el correcto o no; pues así sucede con las leyes, pues ese legislador parsimonioso, por decirlo de una forma elegante y tranquila, no evalúa a sus pacientes (destinatarios de la norma) de forma sistemática.

A pesar de lo anterior, creo que mi resiliencia intelectual es admirable pues sigo confiando en que algún día se redireccione el quehacer legislativo y, ajustando un poco la frase de Kant, espero que el político que se considera práctico e individuo altamente experimentado, deje de desdeñar orgulloso a los académicos por considerarlos pedantes inofensivos con ideas desprovistas de toda realidad.

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