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JOSE ANTONIO GOMEZ ESPINOZA

Para resolver la “Suficiencia Alimentaria Mundial”, organismos internacionales

estiman que la respuesta está en la “Agricultura a Pequeña Escala” y sugieren que

ésta deber ser una prioridad en las políticas gubernamentales.

La agricultura extensiva a la que apuesta la “Revolución Verde” que implica el uso

de semillas mejoradas, pesticidas, maquinaria y condiciones de riego, no ha

podido responder a la Suficiencia Alimentaria Mundial.

La lógica de esta agricultura es producir más por unidad de superficie, con fines de

mercado. Su lógica es ganar, la Suficiencia Alimentaria no es su prioridad, por lo

que no privilegia la producción de “básicos para la alimentación”.

Los “básicos” para la Suficiencia Alimentaria, como el maíz o el frijol, se producen

en la agricultura tradicional, la de minifundio, bajo temporal, con técnicas locales

heredadas desde tiempos prehispánicos.

En México, las políticas, la educación agrícola y los recursos para este sector, se

han canalizado históricamente hacia la Agricultura Moderna desde los años 40 del

siglo pasado. En consecuencia, no tenemos Autosuficiencia Alimentaria e

importamos la mayor parte de los alimentos que consumimos.

Robert Malthus hace más de doscientos años sostenía, que la población humana

crece a un ritmo geométrico en tanto que los alimentos crecen a un ritmo

matemático por lo que la comida sería el problema mundial a resolver.

La población mundial tardó 10 mil años para alcanzar los 2 mil millones de

habitantes a inicios del siglo XX, Hoy ya somos 8000 millones. Se Estima que en 8

años más, en el 2030 seremos 8500 millones de bocas en el planeta, que

demandarán alimentos.

La superficie cultivable se reduce cada vez más por la invasión de las zonas

rurales por las urbanas. Los campesinos de Morelos dicen que “los terrenos antes

sembrados con arrozales, hoy se siembran con varillas”.

En los años cuarenta del siglo pasado, el 50 por ciento de la PEA (población

económicamente activa) se dedicaba a la actividad primaria y teníamos

autosuficiencia alimentaria. Hoy, menos del 10 por ciento se dedica a esta

actividad.

La población crece de manera irreductible y la demanda de alimentos también.

Esta presión poblacional, sugiere que las guerras en lo sucesivo serán por comida

y por agua.

Las interrogantes son: ¿quiénes darán de comer a la humanidad? ¿Qué

superficies de cultivo podrán satisfacer la demanda de una población creciente?

Se tiene que pensar en una nueva agricultura, en una nueva “Revolución Verde”,

en una nueva lógica de producir alimentos.

El Comité de Seguridad Alimentaria Mundial (CSA) compuesto especialistas de

alto nivel en Seguridad Alimentaria, que rinde cuentas a la ONU a través del

Consejo Económico Social de las Naciones Unidas y la FAO, sostiene que: “la

respuesta a la seguridad alimentaria mundial será a través de la agricultura en

pequeña escala”

En sus consideraciones asume que la agricultura a baja escala ayuda a mantener

el empleo, reducir la pobreza y potenciar la sustentabilidad de los recursos

naturales. Entre sus conclusiones sostiene que los gobiernos deben implementar

políticas que privilegien la Agricultura en Pequeño.

Estas políticas, menciona el informe deberán ser “multisectoriales”, considerando

como criterios importantes, la sustentabilidad agrícola y un enfoque de género,

toda vez que, en su mayoría, quienes llevan la agricultura en pequeño son

mujeres.

Una política “multisectorial”, implica que el sector de la educación será parte de

esta estrategia, atendiendo a los cuatro pilares de la educación: aprender a

aprender, aprender a hacer, aprender a convivir y aprender a ser.

La utopía, es lograr que, en la escuela, en todos sus niveles, se enseñe como

asignatura obligatoria, “Aprender a Producir los Propios Alimentos” en pequeñas

superficies como traspatios, jardines, azoteas, paredes, etcétera.

Las guerras en el futuro serán por comida y por agua. Una estrategia viable, para

que el destino no nos alcance, será el que cada ciudadano, cada niño, sea capaz

de producir sus propios alimentos. Es decir, volver a los principios, al contacto con

la naturaleza con la vida, con el Ser.

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