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Vincenzo Rosenber*

El director sueco Ruben Ostlund, conocido por sus películas sociales y políticas, se abre paso en la crítica. Y como siempre que eso sucede, hay detractores y defensores. Algunos dicen que son demasiado largas, que se estiran como una masa de pizza para rendir más. Sobre su película The Square, por ejemplo, alguno dijo que la trama eventualmente se tornó predecible y monótona. No me parece. Dentro de la infinidad historias predecibles que abundan por todos lados, Ruben Ostlund es precisamente alguien que sorprende con giros; eso sí, giros que suceden en el mismo centro gravitacional de la historia. The Square es una película espléndida que abunda en la ridiculez plástica del mundo del arte, un ámbito donde se vende aire, y la gente lo compra, con millonadas, para pertenecer. Un mundo cínico, y tanto, que parece redundante; pero no lo es. Se supera constantemente. Hay quienes dicen que Ostlund puede ser demasiado pesimista en su representación de la sociedad y la humanidad. 

Vivimos en un mundo post apocalíptico, hasta las películas de Marvel son pesimistas. Además, no todas sus películas circulan en el pesimismo. Su primera película, The Guitar Mongoloid(2004) es un drama cómico que sigue la historia de un joven que vive en una pequeña ciudad sueca y que se gana la vida vendiendo hot dogs. El joven tiene una discapacidad mental y una pasión por la música. Un día, encuentra una guitarra en la basura y comienza a tocarla. En este filme, Ostlund explora temas como la discriminación y la marginación social, mientras que también presenta una visión optimista sobre la capacidad de la música y la creatividad para unir a las personas.

Su segunda película, Involuntary (2008) comprende de cinco historias diferentes, un rompecabezas y cómico sobre la sociedad sueca y sus normas sociales. Se centra en los conflictos entre los individuos y los grupos, así como en los comportamientos impulsivos e involuntarios que pueden causar. A través de una serie de situaciones cotidianas, como una cena en familia, un viaje en autobús o una fiesta, Östlund muestra cómo las personas pueden ser presionadas para actuar en contra de sus propias creencias y deseos. Después vino Play (2011), elogiada por su habilidad para explorar la psicología social y la dinámica de grupo. Cuenta la historia de un grupo de niños de origen africano que roban a otros niños en un parque de Gotemburgo. Fue aclamada como una de las mejores películas del año en Suecia. Ya en entonces, Ostlund estaba afincándoseen el terreno de la referencia obligada. 

Force Majeure (2014). La película cuenta la historia de una familia sueca que experimenta una crisis después de que el padre abandona a su familia en un momento de peligro en una estación de esquí. Desde ahí aborda la fragilidad de la masculinidad y las expectativas de género. El ingenio siempre está presente y, una vez más, fue de las mejores películas del año en Suecia. 

Después vino, ahora sí, The Square (2017), que ganó la Palma de Oro en el Festival de Cannes de ese mismo año. La película es una sátira social sobre el mundo del arte contemporáneo y la sociedad en general, con un enfoque en las actitudes hipócritas de la clase alta liberal. La trama sigue a Christian, un curador de arte de un museo en Estocolmo, que está preparando una nueva exposición llamada The Square, una instalación artística que se supone que representa una zona de confianza y de igualdad. Y todo lo que vemos, gracias a unos personajes fantásticos, es el veneno del poder, la autoridad, la responsabilidad, la desigualdad social y económica, el racismo y la xenofobia. The Square es imperdible. Y luego, Triangle of Sadness (2021), retrata el grotesco espectáculo que puede emerger en la belleza y el éxito, mezclada con el dinero y la exclusividad. Un crucero lleno de ricos, un Titanic moral, es un territorio flotante de decadencia donde todo sucede. La humanidad es sombría, y Ostlund recorre esas sombras con una linterna llamada humor. Las películas de Ostlund son comedia negra con una factura impecable. Vayan por él.

*Vincenzo Rosenber es un crítico que vive en las sombras. Emiliano Becerril lo invitó para hablar de Ruben Ostlund.

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