JOSE ANTONIO GOMEZ ESPINOZA
La predicción de lluvias en el campo se convierte en una estrategia de autosuficiencia alimentaria para los campesinos e indígenas de nuestro país. La predicción se basa en la observación de fenómenos de la naturaleza, así como en saberes heredados de generación en generación.
Es importante tener presente que los “saberes campesinos”, aunque no están validados científicamente, en la práctica funcionan, incluso, en muchas ocasiones con mayor eficacia y certidumbre que los conocimientos científicos. La predicción de la lluvia a largo plazo, con miras a la producción agrícola, a través de la instrumentación científica hasta ahora, tiene poca certeza. Desde la ciencia, es posible la predicción de las lluvias hasta unos 10 o 15 días, aunque con un margen de error. El clima no tiene palabra de honor, dice un meteorólogo de un canal nacional
Cuando se pretende la predicción a largo plazo, como el de un ciclo pluvial de una región, el margen de error se incrementa. Con el uso de computadoras sofisticadas y modelos matemáticos, la predicción de lluvias para todo un ciclo agrícola tendría un error cercano al 50 por ciento. Si los campesinos dependieran del método científico para la predicción del temporal, equivaldría, en su toma de decisiones, casi a echarse un volado. Los indígenas y campesinos que dependen del temporal de las lluvias para la siembra no pueden arriesgar su subsistencia. Por lo que desde tiempos remotos han acudido a la observación de los fenómenos naturales para conocer y predecir el comportamiento de las lluvias. La predicción de lluvias con fines agrícolas se practica desde hace milenios. Este tipo de observaciones y su finalidad no son privativos de los campesinos de estas latitudes.
La literatura científica reporta este tipo de saberes. En el año 2002, en la revista científica American Scientist, Orlove y un grupo de colaboradores, incursionan en los “saberes” sobre la predicción de lluvias a largo plazo. Su trabajo se publicó bajo el título de “Ethnoclimatology in the Andes”
donde se reporta que, los habitantes de los Andes, el día 24 de junio, (invierno en el hemisferio sur) suben a una montaña y observan la constelación de las Pléyades.
Si sólo se observan cinco o menos estrellas, pequeñas y poco brillantes, Es señal de “mal temporal”, por lo que deciden sembrar una variedad de papa cimarrona, de poco requerimiento de humedad, pero de baja producción. De esta manera, aseguran su alimentación, aun con poca humedad. Por el contrario, si se pueden ver a simple vista más de 10 estrellas en las Pléyades las cuales se observan grandes y brillantes, la naturaleza anuncia un “buen temporal”, por lo que siembran su mejor papa, la que produce más pero que requiere más humedad.
El margen de error de estas observaciones es mínimo, menos de un 5 por ciento. El grupo interdisciplinario buscó algunas teorías explicativas a la forma de predicción de los campesinos de los Andes. Así, propusieron una decena de teorías, pero ninguna resultó consistente. En sus discusiones finales, estos investigadores asumieron que detrás de estos saberes, hay toda una racionalidad Inca, que se desconoce. En San Andrés de la Cal, del municipio de Tepoztlán supe de un anciano quien hablaba del “Tianguilistly” (la Vía láctea) como elemento de observación para predicciones atmosféricas.
Los campesinos de México decodifican el lenguaje callado de la naturaleza que les dice cuánto y cuándo será el temporal lluvioso en base a observaciones del comportamiento de los animales o los astros entre otros. En la siguiente entrega, continuamos con los relatos de don Tomas que da voz a muchos de los campesinos e indígenas que generosamente nos compartieron sus saberes. Los saberes que vamos a describir se basan en observaciones concretas sobre fenómenos de la naturaleza que hoy, en la era de la revolución tecnológica, siguen haciendo los campesinos de estas latitudes para predecir el comportamiento del temporal entre otras cosas.