El pasado 10 de enero lamentablemente falleció el doctor Sergio García Ramírez. Podría ser sencillo, pero a la vez complejo, describir su trayectoria y lo que significa su partida. Sencillo porque bastaría asomarse a su inmenso currículum que nos ocuparía muchas páginas y tiempo de lectura. Complejo porque hoy no podríamos imaginar el vacío e impacto que conlleva la partida de este gran jurista que dejó un importante legado derivado de su amplia trayectoria humanística, profesional y académica.

El doctor García Ramírez obtuvo la licenciatura en derecho en la Facultad de Derecho de la UNAM, con mención honorífica, y el doctorado en derecho en la misma Facultad, con mención magna cum laude. La academia y la investigación fueron sus grandes pasiones, mismas que desempeño en la Facultad de Derecho y en el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, y en innumerables universidades de diversos continentes, alcanzando las más altas categorías académicas a que se puede aspirar, como ser Profesor Emérito de nuestra querida UNAM, así como investigador Nacional Emérito en el Sistema Nacional de Investigadores.

Como profesor de la Facultad de Derecho, su pensamiento, ideas y enseñanzas han contribuido a la formación de muchas generaciones de juristas, para quienes resultaba un referente de consulta y asesoramiento, mostrando siempre una gran disposición y don de gentes para orientarlos.

Su obra escrita, además de ser sumamente extensa, se caracteriza por su agudeza, rigor y honestidad intelectual. Publicó más de un centenar de libros y numerosos artículos de revista, de investigación, docencia y divulgación, publicados en México y en el extranjero. La mayoría de sus publicaciones abordan temas jurídicos, criminológicos, y también literarios, entre otros. Desarrolló investigaciones y análisis en materia política, sobre la naturaleza jurídica de las autonomías de los organismos constitucionales y de las universidades públicas, siendo un defensor de ellas por lo que representan, al considerarlos pilares de la democracia, de otro lado la garantía institucional para una educación de excelencia, respectivamente. Impartió numerosos cursos y conferencias en universidades y otras instituciones de América y Europa.

Debido a su enorme capacidad intelectual y jurídica, desde muy joven fue llamado a ocupar importantes cargos dentro de la administración pública, fue designado Director del Centro Penitenciario y consejero en el Consejo Tutelar para Menores Infractores del Estado de México, Director de la Cárcel Preventiva de la Ciudad de México, Presidente de la Comisión de Reclusorios del Distrito Federal, Subdirector General de Gobierno de la Secretaría de Gobernación, Subsecretario en las Secretarías de Patrimonio Nacional, Gobernación, Educación Pública y Patrimonio y Fomento Industrial, así como Procurador General de Justicia del Distrito Federal, Secretario del Trabajo y Previsión Social y Procurador General de la República. Fue Presidente (fundador) del Tribunal Superior Agrario; además, fue Consejero Electoral en el Instituto Federal Electoral.

Entre otros importantes cargos desempeñados están los de Presidente (fundador) del Instituto Nacional de Ciencias Penales y miembro de la Junta de Gobierno de la Universidad Nacional Autónoma de México, del Consejo de la Comisión Nacional de Arbitraje Médico y del Consejo Directivo del Instituto Nacional de Administración Pública. Debo resaltar que fue miembro del Consejo Consultivo de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos donde, por sus notables aportaciones en la materia, generó directrices que fortalecieron a dicho organismo.

Podemos afirmar que, haciendo una analogía, figurada, con aquel refrán que dice donde pone el ojo pone la bala o la del Rey Midas, lo que toca lo convierte en oro, don Sergio donde puso su talento profesional y académico puso la idea y solución a muchos problemas o lo que tocó, con la lucidez que lo caracterizó, con su prosa lo convirtió en riqueza intelectual en beneficio no propio sino del país y la UNAM.

En el ámbito internacional gozó de gran prestigio que daba lustre a nuestro país. Fue Juez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CrIDH), en donde ejerció como su Presidente en dos periodos, y en donde aportó mucho a la vigencia de los derechos humanos. Desde esta posición fue perfilando, a partir de las primeras referencias en votos particulares que formulo, el control de convencionalidad como un estándar interamericano derivado de la jurisprudencia de la CrIDH, y que no se limita a la aplicación y garantía del texto que conforma el tratado internacional, sino también al significado que le han dado los órganos que conforme al mismo se encuentran legitimados para interpretarlo, a través de su jurisprudencia.

Precisamente, entre los temas de su interés, se encontraba el de los derechos humanos y que le representaba una gran preocupación. Así lo manifestó en uno de sus últimos artículos (“Derechos humanos, la cuestión mayor para 2024”, El Universal 11/01/2024) en donde nos pide fijar la mirada en las amenazas que se cierne sobre ellos, pues “lejos de hallarse firmemente arraigados, los derechos humanos peligran dondequiera”. Al referirse a la Declaración de Roma “Paz y Derechos Humanos”, patrocinada por la Universidad de Sapienza de Roma, señala que “en los últimos años hemos observado la erosión de estos derechos a ciencia y paciencia de los sujetos obligados a respetarlos y garantizarlos: las autoridades de todos los niveles que han dado muestras de indiferencia e incluso de complicidad. Son elocuentes las transgresiones en la aplicación de los derechos humanos que se refleja en la violencia y crimen generalizado, errores y atropellos en materia de migración o desatención flagrante del sistema de salud, por ejemplo”.

Concluye el doctor García Ramírez indicando que “ante este panorama deteriorado que se agrava constantemente, es necesario que la sociedad en pleno eleve de nuevo la voz para que los gobernantes vuelvan la mirada hacia el verdadero cumplimiento de estos derechos humanos que, finalmente, constituye el más apremiante y elevado poder del poder público”. Don Sergio García Ramírez fue un gran humanista, incansable luchador por la justicia y la protección de los derechos humanos, nos deja un gran legado que debemos valorar y honrar en estos difíciles tiempos.

*Especialista en Derechos Humanos

Foto: UNAM