Bien bélicos I. Escarabajos
Respecto a otros animales, la especie humana tiene grandes limitaciones físicas. Tenemos una piel suavecita (la del tejón melero resiste mordeduras y picaduras), no mucha fuerza (las hormigas pueden cargar hasta 50 veces su peso); soportamos relativamente poco las variaciones de temperatura (las tortugas del desierto viven entre 60° y -18°), no aguantamos la respiración bajo el agua por mucho tiempo (algunos cetáceos pueden más de 2 horas buceando sin salir a respirar); y si se trata de defendernos tenemos pocas herramientas corporales: no tenemos garras, cuernos o colmillos prominentes; tampoco tenemos una coraza protectora ni producimos venenos o sustancias tóxicas. Frente a un mundo adverso, como especie estamos poco protegidos, quizá por eso hemos desarrollado con tanto éxito la techné para construir todas las mejoras y adaptaciones que necesitamos para hacerle frente a la existencia. (Muchos otros animales también usan herramientas y construyen sistemas muy complejos, pero eso lo abordaré en otra columna).
En contraste con nosotros, entre otros organismos vivos hay una enorme diversidad de cualidades y capacidades que nos parecen casi superpoderes. Hay miles de ejemplos, pero algunos de los más fascinantes (para mí) son las anguilas eléctricas, el veneno de alacranes y arañas, las alas en insectos, aves y murciélagos; la coraza de los armadillos y dos de los más llamativos: la onda sónica del camarón pistola y el ardiente aerosol defensivo de los escarabajos bombarderos, a los que va dedicada esta columna.
Se le llama escarabajos bombarderos a un grupo de coleópteros con la asombrosa capacidad de producir y lanzar sustancias químicas para defenderse. Se estima que hay alrededor de 500 especies distribuidas en el mundo. Dos de las más famosas son Stenaptinus insignis, originario de África y Brachinus elongatulus, distribuido en América. Hay una serie de fotos harto famosas que datan de 1999, en las que ve claramente cómo el escarabajo S. Insignis lanza un aerosol al ser atacado.
Este aerosol caliente contiene sustancias irritantes (benzoquinonas) frecuentes como defensa en otros insectos. No obstante, una de las cosas que hace únicos a los bombarderos es el mecanismo empleado para producir y expulsar el aerosol. Dentro de su cuerpo ocurre una reacción química explosiva que sintetiza, calienta y rocía simultáneamente las benzoquinonas. En algunos de los escarabajos bombardeos el spray lanzado alcanza los 100° C, puede llegar a varios centímetros de distancia y una velocidad de alrededor de 10 metros por segundo (equivalente a 36 km por hora).
Dentro del abdomen, los escarabajos tienen dos glándulas, cada una con una cámara de reserva, una cámara de reacción y un canal de salida (EC); también hay una válvula que conecta las cámaras de reacción y la separa de las reservas. La cámara de reserva vierte una pequeña cantidad de hidroquinona con peróxido de hidrógeno en la cámara de combustión. Esta reacción produce benzoquinona, agua y calienta la solución por encima de la ebullición. En pocas palabras, los escarabajos bombarderos tienen dentro un mecanismo muy complejo que les permite mezclar sustancias que ellos mismo producen, generar una reacción química que produce una sustancia irritante a punto de ebullición y lanzarla de forma explosiva bastante lejos.
Este mecanismo es tan sorprendente que ha sido usado como una supuesta demostración del diseño inteligente (es decir, creacionismo), al ser un mecanismo “irreduciblemente complejo y maravillosamente diseñado”, no producto de la evolución. Tengan cuidado cuando se encuentren con estos dogmas disfrazados de ciencia.
Para cerrar la columna, mencionaré rápidamente otro bicho fantástico: el camarón pistola, que tiene una pinza mucho más grande que la otra. Esta pinza tiene la capacidad de cerrarse con una rapidez y fuerza que produce burbujas que salen disparadas hacia sus presas. Vamos, es como si el camarón tuviera una pistola de burbujas en la pinza, con todo y el estruendo de un disparo.
*Comunicador de ciencia. Instagram: @Cacturante
