(Nuestras Raíces)

Sobre la belleza

(Tetechpa qualnexiliztli)

Roberto Israel Rodríguez Soriano*

El filósofo ilustrado francés, nacido en 1694 y muerto en 1778, en su obra titulada “Diccionario filosófico”, trató de definir lo que es la belleza. Refiriendo la dificultad de definir la palabra, señala los siguientes ejemplos: “Preguntad a un sapo lo que es la belleza, el ideal de lo bello. Os contestará que es la hembra de su especie, con dos ojos gruesos y redondos que resalten de su pequeña cabeza, con boca ancha y aplastada, con vientre amarillento y espalda obscura. Preguntad a un negro de Guinea; para él la belleza consiste en la piel negra y aceitosa, en los ojos hundidos y la nariz chata. Preguntádselo al diablo, y os contestará que la belleza consiste en un par de cuernos, cuatro garras y una cola larga. Consultadlo por fin a los filósofos, y os contestarán por medio de galimatías que no comprenderéis, porque le falta algo que esté conforme con el arquetipo de lo bello en su esencia”.

A pesar de que se puede pensar, a partir del párrafo anterior, que la belleza para Voltaire es algo relativo a los ojos que lo ven, en la parte final de la cita refiere que la belleza tiene una esencia. Es decir, la belleza es algo ideal.

En otra parte liga la belleza con criterios morales. Dice que la comprensión de la belleza, universal, la única válida, se logra a través de la comprensión de los buenos actos morales. Así, lo bello sólo se comprende a través del bien. Lo bello se vuelve válido sólo si proviene de un acto bueno. Y el criterio moral de un acto está ligado a la razón. Una razón ilustrada occidental. La belleza, o el agrado, que pudiera venir de los sentidos es algo falso, erróneo, carente de validez.

Voltaire se refiere a la belleza que ve el “negro de Guinea” diciendo que éste encontrará la belleza en su piel negra y aceitosa, en sus ojos hundidos y en su nariz chata. Una belleza falsa e inválida.

El colonialismo europeo en África y en América desde el siglo XVI implicó la esclavización de seres humanos, especialmente poblaciones negras. Estas fueron caracterizadas no solo por su color de piel, sino también por la concepción de un supuesto “alma negra” que se asociaba naturalmente con el pecado y, así, con la fealdad. Esta percepción se extendió también a los indígenas americanos, quienes, aunque considerados ligeramente superiores a las personas de origen africano, compartían una definición de inferioridad moral, estética y racional.

Voltaire utiliza la referencia del “negro de Guinea” en un sentido totalmente racista para sostener que el hombre blanco racional occidental e ilustrado es el único que posee y alcanza la belleza y la bondad.

Hasta la actualidad los mismos criterios de belleza, como efecto de nuestro pasado colonialista y que fundamentaban las ideas de Voltaire, siguen configurando nuestra cultura. Seguimos denigrando y menospreciando características físicas y culturales de pueblos originarios con base en criterios de belleza y de bondad occidental; sus rasgos físicos y sus expresiones culturales las juzgamos como fea y malas.

*Posdoctorado de la Universidad Autónoma de Morelos