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Es hora de emprender nuevas responsabilidades. Hagamos una reflexión que comprometa a una militancia decidida. No perdamos la crítica en relación con las condiciones actuales. Ofrezcamos algunas consideraciones.

Nuestro país se encontraba en condiciones económicas deleznables. Padecimos más de 30 años una política económica neoliberal que empobreció cada día más a los trabajadores, que limitó las conquistas laborales sin respeto al salario mínimo, sin seguridad en el trabajo. El Estado evadió su responsabilidad. Se empobrecieron las pensiones y jubilaciones, se desmanteló la seguridad social -IMSS e ISSSTE- se abrieron las puertas de par en par al empresariado extranjero.

Estábamos regresando a circunstancias de esclavitud y servidumbre que creíamos ya superadas histórica y políticamente. Se intentó privatizar la educación, la salud, el patrimonio público, se exigió a los diputados que aprobaran reformas a nuestra Constitución -prácticamente el único dique que nos quedaba ante la voracidad de los ricos- a fin de entregarle el país entero a la oligarquía nacional y extranjera.

En consecuencia, urgía otra actitud distinta, seria, no frívola, no de discurso tal como debería exigir alguna declaración de principios. De ahí el compromiso con una Organización-Movimiento que propusiera edificar una Transformación-Revolución con la participación efectiva del pueblo en las decisiones económicas, políticas, culturales. No debería interesarnos una democracia comprendida como amontonamiento de votos sino una que exija participación en las tareas más urgentes y necesarias.

Los miembros del próximo Congreso Federal tienen que constituirse como un bloque crítico que, en permanente evaluación, rinda cuentas de su trabajo. No extraviarse en la búsqueda del poder por el poder así sea una pequeña porción por ínfima que sea. Sólo sabe ejercer el poder aquel que sabe resistírsele.

En principio consideramos que debe fortalecerse la convicción del cambio radical de esta sociedad. Debemos reconocer que nos hacen falta cuadros políticos que abran brecha, que adviertan el objetivo estratégico con lucidez y marquen los pasos tácticos y coyunturales necesarios para el avance.

Tenemos que insistir: el objetivo es la transformación de la sociedad, el partido es un medio, una herramienta, no nos confundamos. Así pues, nos opondremos siempre al Capitalismo Neoliberal, proyecto económico que tanto daño ha causado a nuestro pueblo, a nuestros trabajadores; nos opondremos a la privatización de nuestro patrimonio público que ha enriquecido a unos abusivos a costa de las mayorías; nos opondremos a las reformas que quitan a los pobres lo que nunca les han dado; nos opondremos al latrocinio perfectamente legalizado -FOBAPROA- cometido contra el pueblo de México.

Decía el ilustre José Martí, con los pobres de esta tierra quiero yo mi suerte echar, con los más necesitados, con nuestros indígenas, por el reconocimiento de sus derechos, de su cultura y su identidad.

No podemos repetir los vicios que otros han padecido. Los militantes tienen que reconocerse como compañeros de viaje, no como enemigos hostiles. Tal vez tenga algo que decirnos la Ética Política. No pueden desvincularse. Precisamente, a causa de eso, hemos padecido tantos abusos y desvíos en el ejercicio del poder.

La Ética tiene que ver con la edificación de la casa común., con el ofrecimiento de nuestra entrega, de nuestro compromiso, de un testimonio que se da a sabiendas de los riesgos que se corren. No la moral puritana y timorata que se escandaliza de todo y que sólo propone el asistencialismo y la caridad pequeñoburguesa.

La seducción del Poder es muy fuerte. Y si se acompaña de estupendos emolumentos se torna aún más atractiva, más seductora. La promoción del compromiso con la austeridad republicana ya representa un avance.

En cada acción deberá exigirse responsabilidad y compromiso. El militante de izquierda tiene que distinguirse entre sus conciudadanos por ser el más participativo, el más generoso, el más solidario, el mejor informado, el más atento a los problemas de la comunidad. La crítica y la autocrítica presentes siempre entre nosotros serán ocasión de avance, no de retroceso, no de insulto o de descalificación. El reconocimiento de nuestras diferencias se advertirá no sólo en el discurso sino en la práctica.

 

Creemos que podemos elaborar, edificar y proponer un proyecto económico político acorde con los intereses de los trabajadores. Estamos obligados a estar siempre con las mejores causas en Educación, en Salud, en el Campo, en el fortalecimiento de un sindicalismo democrático, del cuidado del Ambiente, de atención a niños, mujeres y ancianos, de solidaridad internacional. Nos referimos a todo un proceso de liberación. Hablamos aquí de conciencia de clase. Estamos proponiendo, en fin, una mística de trabajo. Con convicción y con vocación.

Esperamos que nuestro pueblo sepa decidir libre e informadamente con el propósito de continuar un proyecto distinto. Se trata objetivamente de pensar en el beneficio de todos, principalmente de los más necesitados.