Por Ismael Eslava Pérez* 

 

A más de treinta años que se estableciera la importante efeméride del Día Mundial del Sida (1° de diciembre), hoy debemos reconocer, como lo destacó la Asamblea General de las Naciones Unidas al anunciar la “Declaración Política sobre el VIH/SIDA: en la vía rápida para acelerar la lucha contra el VIH y poner fin a la epidemia del SIDA para 2030” en junio de 2016, que el VIH y el SIDA siguen representando una emergencia mundial que requiere una atención prioritaria a través de una respuesta que tenga en cuenta que la pobreza y la desigualdad social con frecuencia son causas de su propagación.

En la publicación EN PELIGRO. ONUSIDA: Actualización sobre el Sida 2022, se da cuenta de los últimos datos recabados por el Programa conjunto de las Naciones Unidas sobre VIH/SIDA (ONUSIDA) que demuestran que los avances frente a esta enfermedad están siendo amenazados por múltiples razones, entre las que destacan la pandemia de COVID-19 y las crisis económicas y humanitarias. 

En dicho documento se refiere que cada día 4,000 personas, entre ellas 1,100 jóvenes entre 15 y 24 años, se infectan con el VIH; en 2021, 650,000personas murieron por causas asociadas con el sida; se estima que 52 países experimentarán unareducción significativa de gasto público hasta el 2026 y 70% de las nuevas infecciones por VIH en el 2021 acontecieron entre las poblaciones clave y sus parejas sexuales (trabajadores sexuales, personas que se inyectan drogas, hombres homosexuales y otros hombres que tienen relaciones sexuales con hombres, mujeres transgénero y clientes de trabajadores sexuales y parejas sexuales de poblaciones clave). 

En el concierto internacional se tiene la esperanza de que los Estados nacionales den una respuesta eficaz a la epidemia, tal como se estableció en “Los Objetivos del Desarrollo Sostenible de la Organización de las Naciones Unidas”. En México, el trabajo del Centro Nacional para la Prevención y el Control del VIH y el SIDA (CENSIDA), los programas equivalentes de las entidades federativas, las organizaciones civiles y la suma de esfuerzos de diversas instituciones protectoras de los derechos humanos, han incidido en que la violación de derechos humanos de las personas con VIH sea denunciada con mayor frecuencia, contribuyendo a disminuir el estigma, la discriminación y otras violaciones a los derechos humanos, sin embargo, aún existe trabajo pendiente. De acuerdo con datos del INEGI (comunicado de prensa núm. 710/22 de 29 de noviembre de 2022), en México en 2021 se registraron 4,662 muertes relacionadas con el virus de inmunodeficiencia humana (VIH); 83.6 % (3,896) correspondieron a hombres y 16.4 % (766), a mujeres.La tasa de mortalidad por enfermedades relacionadas con el VIH fue de 3.7 fallecimientos por cada 100 mil personas, siendo el caso que el 40.3 % de la población que murió por enfermedades relacionadas con el VIHno contaba con afiliación a una institución de salud.

Es necesario emprender campañas de información sobre el VIH, medidas de prevención, vías de transmisión y derechos humanos relacionados con el acceso a la prueba de detección, tratamiento y confidencialidad del diagnóstico, así como la no discriminación; garantizar la entrega completa y oportuna al usuario final de los medicamentos antirretrovirales, incluida la niñez, así como avanzar en las Profilaxis Pre y Post Exposición a las poblaciones más vulnerables al VIH, además de garantizar la continuidad de los tratamientos ante la falta de abasto oportuno de medicamentos.

No se puede soslayar el derecho de todas las personas a conocer su estado serológico para vincularlas a tratamiento, el cual es tan eficaz que permite alcanzar la indetectabilidad e impedir la transmisión del VIH, como se destacó en la Conferencia Mundial de la Sociedad Internacional de Sida, según el estudio Partner 2, propiciando con ello la desestigmatización del VIH.

En este sentido, gracias a los tratamientos antirretrovirales se incrementa la esperanza de vida de quienes tienen acceso a ellos, sin embargo, aún hay personas que viven con VIH y no lo saben. Las pruebas rápidas que permiten tener resultados en cuestión de minutos no han llegado a las regiones más apartados de nuestro país.

Un aspecto adicional se relaciona con la desigualdad en el acceso a medicamentos y tratamiento del VIH. Precisamente el lema de 2021 fue “Poner fin a las desigualdades. Poner fin al sida. Poner fin a las pandemias”, lo cual hace evidente la necesidad de terminar con las desigualdades que impulsan el sida y otras pandemias en todo el mundo. De no terminar con las desigualdades estructurales de naturaleza económica, social y cultural, se corre el riesgo de no alcanzar el objetivo de acabar con el sida para el año 2030, así como de continuar con una prolongada pandemia.

Corresponde a los Estados nacionales renovar las acciones y esfuerzos para lograr la meta de terminar con esta pandemia, así como realizar una capacitación permanente de personas servidoras públicas sobre la normatividad que rige la prevención y atención de quienes viven con VIH y sida, a fin de sensibilizarlas del trato digno y humanitario que se debe brindar en todos los casos. Para ello se requiere de una estrategia de respuesta rápida que incluya inversiones oportunas y suficientes; focalizarse en los lugares y poblaciones de mayor vulnerabilidad; evitar el desabasto de antirretrovirales; involucrar a líderes locales en respuestas específicas, sostenibles y responsables; crear nuevas alianzas; mantenerse firme en cuanto a los derechos humanos y lograr resultados sin dejar a nadie atrás.

 

*Profesor universitario y especialista en derechos humanos 

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