El inicio de un año más, invariablemente, representa la oportunidad de desprenderse de todo aquello que no se pudo realizar en el año que simbólicamente se fue. Muchos de nosotros renovamos metas, esperanzas y proyectos. Pero, me parece conveniente preguntarse por qué unos tienen la facilidad de alcanzar sus proyectos y otros, simplemente, no pueden y sus deseos se van desvaneciendo conforme transcurre el tiempo hasta que se vuelve a repetir el ciclo de fin e inicio de un año más.

Cambiar no es fácil y no es fácil sí siempre hacemos las mismas cosas, tenemos los mismos amigos, nuestras actividades son rutinarias y estamos atrapados en los círculos de nuestros hábitos. Nuestro destino no está predeterminado genéticamente. Los avances científicos de la Biología Molecular y el surgimiento de la Epigenética, así como de la Neurociencia, han demostrado que el contexto, los amigos, el ambiente, los padres, lo que lees, lo que haces diferente, modifican la predisposición genética. Cambiar sí es posible y alcanzar las metas y proyectos si uno tiene voluntad de poder son viables.

La voluntad de poder según Nietzsche lo utilizó como una metáfora para pensar de otro modo los problemas que ya había pensado el idealismo. Bajo la intención del presente artículo habrá que entender que la voluntad de poder debe ser considerada como la intención para lograr nuestras metas y proyectos en un mundo cambiante y real.

Finalmente, de acuerdo con un estudio de la Universidad de Pensilvania Scraton, solo el 8% de las personas que establecen metas u objetivos al inicio de año nuevo las cumplen, mientras que el 92% no lo hacen. Es mi deseo que mis estimados lectores estén dentro de ese 8% y que tengan un feliz año.