Éste 8 de marzo nos permite abrevar en la historia política personal. Recuerdo que uno de los primeros documentos que leí sobre el 8 de marzo y su significado histórico fue durante las luchas obreras en la industria de la Confección en Cuernavaca, a principios de los años 70s, cuando las mujeres lograron construir un sindicato independiente luego de huelgas y movilizaciones para ser reinstaladas 110 despedidas que consiguieron una guardería para sus hijas e hijos en la fábrica donde trabajaban largas jornadas. En las puertas de la fábrica distribuíamos volantes y periódicos de izquierda como el Bandera Roja y El Militante, para organizar círculos de estudio, células y comités de lucha para defender los derechos laborales y sindicales. Ahí encontré una mirada inteligente y amorosa que me ha acompañado durante décadas manteniendo siempre su autonomía y capacidad de pensar y actuar en defensa de los derechos de las mujeres desde una perspectiva feminista.
José Martínez Cruz