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“A mi déjenme con mi guitarra y mis convicciones, que son fuerza vital”, escribió Judith Reyes en su autobiografía La otra cara de la patria (Centro Cultural Universitario Tlatelolco-UNAM, 2019). Judith Reyes convirtió su guitarra en un instrumento de rebelión ante lo injusto. Su vida y su obra son una misma travesía. De niña, su padre le contaba las injusticias que vivió como bracero en Estados Unidos, y en esas historias halló el don de la indignación y el coraje para su incesante rebeldía contra los abusos del poder, de cualquier poder: el de los patrones, el de los políticos y el de los machos. Sus corridos sobre las luchas campesinas, el movimiento estudiantil de 1968, los movimientos guerrilleros de México y América Latina, Vietnam… la hacen una historiadora esencial. “He entregado mis canciones al pueblo y hoy son como las hojas que lleva el viento”, decía esta mujer, cuya memoria y gestos de incesante lucha están vivos, hoy y siempre.

Raúl Silva

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