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El milenario pueblo de San Antonio Analco

Uno de los pueblos más ricos en su historia/ 

El salto de San Antón el más visitado/ 

De Chulavista al panteón de La Leona…

Carlos O. Morales 

Los viveros y su alfarería, la Piedra del Lagarto, el antiguo panteón de La Leona, el estadio de béisbol Miguel Alemán, el célebre Hotel Chulavista y el Colegio Don Bosco son el atractivo turístico del antiguo pueblo de San Antonio Analco, pero nada se compara con el icono de Morelos ante el mundo: el Salto de San Antón. 

Al hablar de este histórico y mágico pueblo de Cuernavaca, es obligado citar a dos hombres, uno antropólogo, el polacoEduard Seler, de los primeros en llegar hasta San Antonio Analco para estudiar la llamada Piedra del Lagarto, como parte de sus estudios de la época precolombina.

El otro personaje es querido y admirado por la gente de San Antonio Analco: José Antonio Sandoval Tajonar quien, a través de la Fundación Don Bosco, ha realizado una labor constante a favor de niñas y jóvenes, hombres y mujeres dela localidad. Los personajes que han dado todo al pueblo, los problemas sociales que han sido sorteados con inteligencia para hacer de San Antonio Analco una comunidad en paz son contados, pero uno en especial es considerado el hijo predilecto de San Antón, el exsacerdote conocido como el “padre Toño”.

“Toda una vida dedicada a la educación y a la construcción de un mundo mejor, a través de la Fundación Don Bosco, desde hace 25 años, cuando se inició la cristalización de un sueño surgido desde las barrancas de San Antón”, palabras textuales de Antonio Sandoval el pasado 19 de mayo, cuando celebró un aniversario más del organismo educativo Don Bosco.

Diariamente cruzamos avenidas y calles para ir a La Carolina, subir a Chulavista, o ir a los viveros de San Antón, pero se suele desconocer el otro rostro, la otra cara de nuestra ciudad de Cuernavaca, lo que se vivió con anterioridad a la llegada de los españoles a nuestra tierra.

Hoy, la Piedra del Lagarto ya no está aquí, ahora es parte de la entrada del palacio de Cortes; el mítico Hotel Chulavista es solo un inmueble abandonado y el antiguo cementerio de la Leona está dentro de un nuevo panteón, pero sus vestigios son parte de la memoria perdida con el paso del tiempo.

Pero, allá en la parte norte de San Antonio Analco, sigue permanentemente con su caudal de agua, el Salto de San Antón, con sus prismas basálticos, y su andador para hacer el recorrido turístico permitido mientras que, arriba, los comercios de la zona ofrecen artículos de barro, alfarería, macetas y floreros, alimentos y bebidas; incluso los fines de semana hay visitas guiadas y, si tienen suerte, los podría acompañar como guía el cronista Carlos Lavín.

Otra visita obligada es la Iglesia de San Antonio de Padua, en donde se podrán escuchar los relatos de los Cristos de San Antón, visitar los viveros y regresar a ellos una y otra vez, porque nunca serán iguales, siempre habrá cosas nuevas por ver o comprar.

Finalmente, hay que preparar otro recorrido por uno más de los doce pueblos de Cuernavaca, caminar por sus calles y escribir una reseña más de mi ciudad y sus colonias, sus antiguos pueblos y conocer de viva voz sus leyendas.

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