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Conocí a José Agustín en la ocasión que me dio su autógrafo. Fue en Amecameca, donde se juntó un grupo notable de escritores a propósito de la presentación de su novela Cerca del Fuego. Encabezados por José Agustín, por allí andaban Armando Ramírez, ya célebre por Chin Chin el Teporocho y las crónicas de Tepito; también estaba el académico-estudioso de la danza Alberto Dallal, y el autor del Rayo Macoy, Rafael Ramírez Heredia, en muletas pues tenía un pie enyesado. José Agustín hablaba rápido, con el ritmo de su escritura, sobre su nueva novela. Éramos un pequeño grupo de lectores y curiosos, extrañados por la presentación de un libro en un pueblo donde la probabilidad de encontrar lectores se podría pensar sería baja. Pero hasta allí llegó José Agustín, con toda generosidad a compartir su obra. Despedimos la mañana gris y fría con ánimo, hambre y sed, que se solucionaron en el mercado.

Más allá del libro autografiado, solo fui lector. Leí La Tumba unos 15 años después de que fuera publicada y su espíritu perdura en mí hasta ahora. En ese entonces, desconocía por completo la posibilidad de escribir de esa manera tan singular y libre, faltándole el respeto a la gramática y a una decena de convenciones literarias. Mis intentos por emular su estilo resultaron en rotundos fracasos. En el extinto IRBAC (Instituto Regional de Bellas Artes de Cuernavaca), Hernán Lara Zavala cada lunes coordinaba un taller de cuento, en el corredor de la Casa Azul en la calle Mariano Arista. Allí escribí unos cuentos malísimos sin ningún chiste. Di las gracias y continue mi camino.

Mi comprensión de la literatura joséagustiniana se amplió al sumergirme en otras obras suyas, como Inventando que Sueño y De Perfil. No fue sino hasta más tarde que me di cuenta de que las novelas de José Agustín se erigían en un culto, en un rincón apartado y ahora venerado, dentro de la literatura mexicana. Los jóvenes protagonistas de estas historias, como Gabriel Guía, Oliveira (no el de Cortázar), Requelle Belle, y aquel muchacho que habitaba tras la gran piedra y el pasto, no compartían mi realidad, pero su estilo de vida libre y atractivo me inspiró otras formas de vivir. Las semillas de la libertad y del anti-convencionalismo quedaron sembradas en mí.

En las novelas de José Agustín, reflejo de la época, los padres ya no tenían autoridad sobre como vestían o que música bailaban los jóvenes. De manera algo hippie o jipiteca, cómo describiría Carlos Monsiváis a los jóvenes de la época de Avándaro, “la primera generación de gringos nacidos en México”, la vida se desenvolvía entre la finitud de la escuela y el infinito de la literatura y el rock. Era la expresión contracultural de quienes tenían ante sí un mundo injusto dictado bajo el principio de autoridad.

En los ochenta, muy querida década, la música pop no tenía el vigor del rock, del cual José Agustín era un profundo conocedor. La Nueva Música Clásica, nos abrió las puertas a percepciones armónicas y tonalidades de mayor colorido y estruendo. Los textos de José Agustín se desarrollan con su propia banda sonora interior para agarrar sabor y ritmo. Escribía con música de fondo, del rock al jazz, al blues, y como mencionó en una entrevista, terminó de escribir Ciudades Desiertas escuchando las sinfonías de Anton Brückner.

La literatura de José Agustín trascendió la adolescencia y juventud para darnos una obra madura en sus últimas novelas. Pero no perdió la vitalidad ni los recursos narrativos que aparecieron en su origen. Su escritura es tan intensa que sus novelas se pueden leer de un tirón. En sus novelas, los textos respiran, transpiran, reviran el lenguaje en múltiples sonoridades que no solo funcionan literariamente, sino que se ligan a la sociedad decadente de las ciudades como el Acapulco en Dos Horas de Sol, donde un huracán hace aflorar la desigualdad, la inmundicia y el ecocidio. Nada que ver con el reciente huracán Otis, por si hubiera coincidencias.

Con el tiempo me estoy convirtiendo en un re-lector. Lo bueno es que las novelas de José Agustín estarán ahí por toda la eternidad. QEPD.

vgonzal@live.com