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“Tengo un gato en casa. Fiel a su naturaleza, no ha habido día en que no traiga una lagartija en el hocico. Juega con el reptil. Lo suelta un momento y luego vuelve a atraparlo con sus patas felinas. En unos meses, ha arrasado con las lagartijas de los alrededores. Entre sorprendida y aterrada, mi hija descubre día a día lagartijas sin cola, semimuertas o definitivamente muertas, debajo de su cama, entre los zapatos, y grita – ¡el gato no tiene moral! – y ni conciencia ecológica – agrego yo”

Por décadas, hemos sido testigos del deterioro paulatino del medio ambiente. La creciente urbanización del país, la introducción de gatos, perros y plantas exóticas en ambientes silvestres, los afanes de progreso económico, y la expansión de los terrenos agrícolas y ganaderos han causado daños irreversibles en el hábitat y en las especies locales. Los megaproyectos, ya sea la construcción de torres habitacionales y comerciales, un tren o una refinería, van en sentido opuesto a la conservación de recursos tan básicos como el agua, el suelo y el aire, exponiendo peligrosamente el equilibrio ecológico y la salud de los habitantes de núcleos urbanos y rurales.

Ahora, en plenas campañas políticas, los candidatos al gobierno hacen pactos y promesas sobre el medio ambiente. Expresan deseos de combatir el cambio climático con la participación ciudadana. Mucho me temo que hoy, como en el pasado, sus propuestas solo reflejan una ecología mal entendida. El estado mexicano carece de decisión para poner en el centro de todas las acciones pro-ecología, el conocimiento de la biodiversidad para su conservación y uso. Es decir, de una política ecológica que vaya más allá de la siembra de árboles y el reciclaje.

Una prueba de que la ecología solo es retórica para algunos – lo cual es sumamente lamentable – es el decreto emitido el pasado 6 de marzo, que propone incorporar la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO) a una dirección de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT). El decreto –actualmente en revisión en la Comisión Nacional de Mejora Regulatoria, CONAMER– reduce significativamente la independencia presupuestaria y científica de la CONABIO. Desde 2019, la SEMARNAT ha rechazado tajantemente que se busque desaparecer la CONABIO. En cambio se ha hablado de anomalías administrativas de la CONABIO, como la existencia de un fideicomiso incompatible con la política de austeridad de la administración federal. Bajo esta perspectiva es que la CONABIO ha quedado actualmente como lagartija sin cola, sin presupuesto suficiente y personal reducido, además con un futuro incierto.

La CONABIO es una institución con profundas raíces acádemicas –excelentemente reseñada por la periodista Adriana Malvido en su artículo “José Sarukhan y su estirpe”– que responde a la necesidad de conocer cabalmente los ecosistemas terrestres y acuáticos, actualizar catálogos de especies animales y vegetales y su distribución territorial, conservar las especies en peligro de extinción, y participar en el uso equilibrado de la biodiversidad en múltiples localidades de México. Un vistazo a la página web creada por la CONABIO (https://www.biodiversidad.gob.mx) nos da una idea clara de la amplitud de los trabajos de esta institución creada en 1992.

Hoy que muchas voces exigen mantener la biodiversidad del maíz originario, deben saber que hay más de un centenar de cultivos – frijol, calabaza, amaranto, entre otros – cuyo centro de origen y diversificación está en México. La gran variedad de estos cultivos es un patrimonio biológico y cultural que no debe perderse, y que la CONABIO ha descrito escrupulosamente, con el fin de protegerlos y recomendar alternativas para su uso racional.

Desde la moral del gato podemos seguir jugando a las lagartijas, sin pensar en las consecuencias. Pero no olvidemos que somos solo una pieza más del ecosistema y nuestra existencia depende de su equilibrio. Respetar y fortalecer a las instituciones, como la CONABIO, nos dan el conocimiento necesario para tratar a la naturaleza con prudencia y sensatez.

vgonzal@live.com