SITUATIONSHIP

 

Buscando evadir compromisos, pero sobre todo comentarios por parte de su esfera social, Lidia había sentado unas bases, reflexionadas según ella, en torno a su relación sentimental con Rodrigo, aplicando un antiguo parámetro especifico de Facebook en el rubro de situación sentimental: too complicated.

Al paso de los meses convertidos sin percatarse ninguno de los dos en años, el lema de la pareja parecía ser un mandato reivindicado por ambos: “vivir el momento”, cuya función consistía, consecuentemente, en desechar la palabra futuro en cualquier ámbito compartido. Rodrigo disfrutaba plenamente de esta situación, misma que le concedía dedicación total a su puesto como arquitecto, mientras que Lidia se arrepentía a veces de tanta libertad concedida entre ellos. A las comidas profesionales de Rodrigo no acudía Lidia, no por falta de invitación de la empresa, sino de su compañero de vida quien no deseaba participar nada personal de manera pública. Para sus colegas, la vida sentimental de Rodrigo era un desierto sin oasis a la vista. “Incomprensible”, exclamaba a veces Daria quien lo pretendía sin atreverse a manifestar su atracción hacía él. “¿Quién soy para ti después de un quinquenio? se lamentaba Lidia con su léxico de contadora algo frustrada de constatar un avance próximo a cero en su relación. Su único logro era asistir a las fiestas de fin de año, mas no a los cumpleaños, en casa de sus padres con Rodrigo presentado no como un amigo sino como compañero de vida. Lidia empezó a reconsiderar los acuerdos dados por sentado, queriendo anteponer los sentimientos mutuos, al menos eso pensaba ella. A lo que Rodrigo repuso enfatizando a Lidia que él siempre había deseado una relación sin dolores de cabeza, sin evolución, sin más.

No pudo haber conversación, se estancaron con posturas a la defensiva, irreconciliables, a punto de iniciar una guerra de trinchera sin piedad ni futuro. Unos días de excursión en la montaña pudieron más que los cafés que se tomaron después del trabajo durante dos semanas seguidas, en los que Lidia planteó en un cuadro de Excel las posibilidades de progresar en su unión. Rodrigo presentó en contrapropuesta un plano mostrando una opción de vivir en el mismo fraccionamiento con la condición de que los vecinos no supieran de su vida más que en singular. Arriba de la montaña, abrieron sus mochilas para degustar los sándwiches preparados por Lidia, junto con una botella de vino tinto que destapó Rodrigo para brindar por el momento. Curiosamente ese día la luna había anticipado su llegada, restando un poco de esplendor al sol. Lidia presintió que por fin Rodrigo iba a reconsiderar o a lo mejor ofrecer un intento de vida en común. Rodrigo le tomó la mano solicitando la viera a los ojos. “Mira Lidia, llevo tiempo pensando que lo mejor sería dar un cambio significativo para nosotros” Lidia pensó que estaba soñando o él desvariando en pleno sol. Lo que Rodrigo le pidió fue establecer entre ellos una Friendzone. “¿En serio eso es lo que me querías decir?” preguntó como si un meteorito le hubiera caído a unos centímetros. Cansada de tanta desidia y anglicismos, Lidia publicó el siguiente anuncio en un reel de Facebook: Mujer busca hombre con ganas de tener pareja. Rodrigo no entendió la indirecta, pero Daria, quien había scrolleado a todas las amigas virtuales de Rodrigo, sí.

Nota: Los sucesos y personajes retratados en esta historia son ficticios. Cualquier parecido con personas vivas o muertas, o con hechos actuales, del pasado o del futuro es coincidencia, o tal vez no tanto. Lo único cierto es que no existe manera de saberlo y que además no tiene la menor importancia. Creer o no creer es responsabilidad de los lectores.

*Escritora, guionista y académica de la UAEM