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En la fotografía facilitada por el gobierno del estado a los medios de información, se ve una larga mesa en forma de U adornada con un extraño mantel a cuadros, en la foto se aprecian por lo menos 26 personas, dos de ellas son meseros, los asistentes restantes parecen disfrutar su desayuno. Es la reunión de la Mesa de Coordinación Estatal para la Construcción de Paz y Seguridad de Morelos celebrada ayer, que sirvió de marco para que se despidiera el General de Brigada Diplomado de Estado Mayor Jorge Antonio Maldonado Guevara como comandante de la 24/a Zona Militar, pues, informó, ha sido reasignado a un nuevo encargo.

En la cabecera de la mesa, presidida por el gobernador, Cuauhtémoc Blanco,  éste comparte el pan y la sal con el General y con Uriel Carmona, Fiscal General del Estado,con quien sostiene añejas diferencias, pero su cargo amerita que forme parte del desayuno, en el que “se refrendó el trabajo realizado de manera coordinada entre instituciones locales y federales, a fin de mantener un estado tranquilo y seguro para las y los morelenses”, según el parte oficial.

No sabemos en qué consistió el menú, pero si a los asistentes se les hubiera servido un desayuno equivalente a los resultados de la seguridad en Morelos, probablemente se hubieran retirado del lugar con el estómago vacío.

Según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, en 2022 se reportaron la mayor cantidad de homicidios dolosos en la entidad desde 2015, a partir del 2019 los homicidios se han incrementado en más del 50 por ciento.

2022 fue el peor en ocho años en cuanto a violaciones, delito que se ha incrementado en más del 36 por ciento en los últimos cuatro años, en ese lapso también creció en más del 29 por ciento el delito de robo de vehículo; los feminicidios en 14.2 por ciento.

Tan solo entre 2021 y el 2022 la trata de personas tuvo un incremento del 166.6 por ciento; las lesiones dolosas en 5.2 por ciento y  los delitos de corrupción de menores 18.7 por ciento.

En cuanto a la proporción de habitantes, Morelos fue el primer lugar en secuestro, despojo, robo a banco y violaciones, y el tercer lugar en feminicidios.

De acuerdo con el Semáforo Delictivo, iniciativa civil que utiliza -igual que el Sistema Nacional de Seguridad Pública-datos oficiales a partir de denuncias y carpetas de investigación iniciadas, Morelos se encuentra entre las entidades peor evaluadas en crímenes de alto impacto; la tasa de homicidios atribuibles al crimen organizado es del 53 por cada 100 mil habitantes.

El Semáforo también coloca a nuestro estado al frente de la lista de tasa de violaciones, secuestro y robo de vehículos. Considerando diez delitos de alto impacto, solo hay dos municipios que aparezcan en verde, es decir, con poca incidencia: Axochiapan y Tlaltizapán; los municipios más conflictivos son Yautepec, Temixco, Yecapixtla, Xochitepec, Tlaquiltenango, Jiutepec, Cuernavaca, Cuautla y Ayala.

No son resultados que se puedan presumir. Y los datos no reflejan situaciones coyunturales sino situaciones que se arrastran desde hace años y que lejos de disminuir, parecen gozar de cabal salud.

Quizá en la Mesa de Coordinación Estatal para la Construcción de Paz y Seguridad de Morelos, se estudien estrategias y se analicen casos, incluso podría ser que todos los comensales trabajen denodadamente y de buena fe, pero definitivamente su trabajo no se concreta en la realidad, por lo menos no para “mantener un estado tranquilo y seguro para las y los morelenses”.

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