Morelense en el pabellón de la muerte hace un cuarto de siglo insiste en su inocencia

(Primera parte)

 

Increíble pero cierto, un cuernavacense de la colonia Jiquilpan de esta ciudad, Víctor Manuel Miranda Guerrero quien emigró hace 25 años a E.U. enfrenta su destino hace 24 años en el llamado Pabellón de la Muerte al que ingresó justo al año de haber llegado a E.U. Lo acusan de un homicidio que insiste, él no cometió.

Hace diez años a través de Pablo Antonio Castro Zavala, quien esto escribe pidió permiso a las autoridades de la prisión estatal de San Quentín en San Francisco, CA, para entrevistarlo personalmente, me acompañarían el periodista guerrerense Simón Hipólito que vivió en San Francisco hasta su deceso y Castro Zavala. Me negaron la autorización. Hoy, dialogo con Castro, que por su situación de líder de la Confederación Internacional de Migrantes Morelenses, ha estado en contacto con dos reos morelenses condenados a muerte.

Así le escucho decir: “hasta antes de la pandemia que inició en 2019, visitaba a Miranda Guerrero al menos una vez al mes. Desde entonces solo puedo recibir sus llamadas, dos por semana”. Por fuera, Pablo Antonio sigue gestionando apoyo para la liberación del detenido hasta en el Vaticano. Ahora, luego de que lo mudaron a dos diferentes reclusorios, está en tratos para reanudar sus visitas en la Prisión Richard Donovan ubicada en el condado de San Diego.

Hace unos días de nueva cuenta nos buscamos Pablo Antonio y quien esto escribe por telefonía internacional. No es fácil contactarlo, viaja constantemente y en este caso, pidiendo apoyo para la liberación de Miranda Guerrero. Ya antes lo solicitó a través del Senado de la República, del Congreso de la Unión, hasta en la “mañanera” se le pidió a las más altas autoridades de México, en vano, su caso al parecer, no les interesa. Esto no descorazona a Pablo quien por segunda ocasión viajó a Roma a solicitar al Papa Francisco de nuevo su intermediación.

Ya había hablado del tema con dos anteriores presidentes de los E.U., con Bush Jr., y con Obama, también le tocó contactar a Harry Reid, líder de la Cámara de Senadores en Washington, con él supo que las autoridades texanas no aceptan peticiones de clemencia de ningún otro estado y así cuentan con el triste y vergonzoso récord de ser quienes más reos ejecutan de toda la unión americana.

“Solo hay que recordar que en Huntsville, Texas fue ejecutado otro paisano morelense, éste, de Miacatlán: Edgar Tamayo, -refiere Pablo Castro-. Antes de su ejecución, fui el trasmisor de un abrazo para su mamá en Miacatlán, incluso en su última carta me pidió que lo acompañara hasta su última morada. Viajé hasta su pueblo y ante un funeral con más de 10 mil personas y la presencia del obispo Ramón Castro Castro le di el abrazo a su madre que le mandó su hijo antes de morir. Largo, sentido. Recuerdo que su ejecución la aplazaron por gestiones de sus abogados y del consulado apoyados por miles de migrantes morelenses. Dos horas esperamos por una condonación que se negó”.

“En su entierro, -continua Pablo Antonio-, frente al féretro, le pedí perdón por no haber podido salvar su vida. Pero su madre se me acercó, me abrazó y me dijo: “Tú no fuiste culpable, el único que no pudo o no quiso salvarlo fue el gobernador Rick Perry. Gracias por la lucha, por la esperanza, por las visitas que le hiciste y por esas dos horas de vida que Uds. le dieron al detener la ejecución esperando por un perdón que nunca llegó”.

“Edgar –lo escucho recordarme su caso a través de la línea telefónica-, me dejó una difícil tarea que estoy tratando de cumplir, en el sentido de que su muerte que fue por inyección letal sirviera para salvar otras vidas. Su petición en aquel entonces fue que buscara yo a Los Tigres del Norte para pedirles que grabaran una canción que apoyara a los condenados a muerte injustamente. Hablé con ellos y la grabaron, se llama precisamente: Inyección Letal. El morelense Teodoro Bello que ha grabado 100 canciones para los Tigres, se encargó de esta última”.

Hoy le pido a Pablo Castro me actualice la situación legal y me aclare si es posible que haya una esperanza para Víctor Manuel, actualmente de 46 años de edad, preso desde los 21 años y esto nos informa: “la esperanza es lo último que muere porque a nuestro amigo y paisano que estaba preso en San Francisco, al norte de California, lo trasladaron de San Quintín a una cárcel llamada Centinela, a solo 20 kilómetros de Mexicali, y de ahí, dos años después, lo volvieron a mudar pero ahora a la prisión Richard Donovan que se encuentra muy cerca de Tijuana y sigue en California, cuyo gobernador abolió ya la pena de muerte. La cercanía con México la aprovecho -refiere Pablo Antonio- para darle esperanzas, ¿ves Víctor Manuel? cada vez te acercan más a nuestra patria.” Les confieso, queridos lectores, que esto lo escribo con los ojos empañados por la emoción. Seguimos la próxima semana.

Foto tomada por un guardia de seguridad de la prisión de San Quentin. CA llamado Richard.