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Nuestro poco generoso Poder Ejecutivo

 

Durante cinco años y medio que el actual funcionariado del Ejecutivo morelense ha estado despachando debió quedar bastante claro a quienes tienen la agridulce suerte de habitar en el bello y últimamente atribulado estado que no se podía pedir al grupo que ocupa los despachos gubernamentales un ápice de elegancia o alguna pincelada aislada de buen gusto. Y uno puede aprender a vivir con eso, a veces los empleados públicos salen corrientitos y poco se puede hacer para corregirlos. Lo que no tendría posibilidad de admitirse es la escasa generosidad con que puede actuar el funcionariado de la administración de Cuauhtémoc Blanco, especialmente cuando se trata de la relación con quienes ellos mismos han etiquetado como sus adversarios.

El lunes, un grupo armado disparó en contra de la camioneta en que viajaba el ya casi candidato (falta sólo que el órgano electoral autorice su registro) a la alcaldía de Cuautla, Jesús Corona Damián. El político, que ya sido presidente municipal de 2019 a 2021, y quienes le acompañaban resultaron ilesos. En el lugar, Corona Damián, nervioso y molesto, según él mismo dijo, acusó al gobierno de permitir la situación de inseguridad y violencia en la zona oriente.

Casi dos horas después, el Ejecutivo circuló un comunicado sobre los hechos. En el mismo evita mencionar el nombre de Corona Damián y expone cosas como: “La Comisión Estatal de Seguridad (CES) Morelos recibió a través del 9-1-1 un reporte, el cual indicaba que una camioneta color gris, propiedad de un candidato de la región, habría sido atacada con disparos de arma de fuego; en este sentido, elementos acudieron al lugar y confirmaron que no había personas al interior del automóvil, ni en la zona aledaña, por lo que no se reportan personas lesionadas”, (a lo mejor alguien olvidó decirle al exalcalde que para que el atentado en su contra fuera reconocido por la autoridad, debe permanecer en el vehículo o cerca de él, o de plano dejar que lo lesionen tantito).

Y aunque la autoridad no considere lo ocurrido con la gravedad de los hechos, no hubo condena a los hechos, reforzamiento de la vigilancia, expresión de solidaridad, nada que permitiera pensar que al Ejecutivo realmente le importa lo que pase a un candidato, a un ciudadano, a Cuautla; lo cierto es que el tema es grave porque se inscribe en una sucesión de crímenes y agresiones contra la clase política de Cuautla, particular y esperemos casualmente, contra quienes son francos opositores al gobernador, Cuauhtémoc Blanco y el alcalde Rodrigo Arredondo.

La oposición ha denunciado las amenazas sufridas por al menos quince candidatos a cargos de elección popular en este proceso en diversas regiones del estado, todos ellos, por cierto, de la oposición, sea la coalición Fuerza y Dignidad por Morelos Vamos Todos, o Movimiento Ciudadano; a ellos habrá que sumar a la opositora, pero no tanto, Paola Cruz Torres, quien declinó participar con el PT por la alcaldía de Cuautla debido a las amenazas de muerte que sufrió en la víspera. Paola apoya a Morena en la presidencia, pero es opositora por la alcaldía donde su partido apostó por la reelección de Rodrigo Arredondo, a quien cada vez más parece complicarse el camino.

Éramos tantos y parió la abuela…

En este enrarecido clima, el gobernador, Cuauhtémoc Blanco, solicitó por escrito y de manera urgente una licencia para separarse del cargo por sesenta días, para acatar una sentencia del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación que le permitiría mantener el registro como candidato de Morena a una diputación federal plurinominal.

Por supuesto que, a estas alturas, francamente daría lo mismo que el gobernador se vaya o se quede, sobre todo porque en caso de que su licencia se autorice, quien quedaría en su lugar es el secretario, Samuel Sotelo Salgado, por lo que las dos cosas que se esperan cuando un gobernador se va, cambios diametrales en las políticas públicas equívocas y revisión puntual de la gestión pública, no ocurrirían. Es decir, no se investigarían los probables abusos del mandatario y su equipo, y tampoco se modificarían las prácticas en rubros fracasadísimos del Ejecutivo como la seguridad pública, en la que el presidente de la Mesa Directiva del Congreso, Francisco Sánchez Zavala sospecha con razón que el Ejecutivo ya tiró la toalla (para quienes no vieron Rocky, quiere decir que ya se rindió).

Por cierto, el daño que se pudo haber fraguado a la equidad en la contienda electoral por la participación del gobernador como candidato a diputado plurinominal ya está bastante hecho, así que la separación o no del mandatario no cambia absolutamente nada. Los partidos de oposición, sin embargo, a lo mejor contagiados por la mezquindad que puebla el ambiente, han centrado su crítica en los beneficios que tendría el mandatario, su premio serían tres años de dieta legislativa y el beneficio del fuero constitucional; y no en las irreparables afectaciones a la democracia que la presencia de Blanco significa al proceso electoral. Algo que nunca ha importado al mandatario, quien se convirtió muy temprano en su carrera política en un experto en doblar la ley para lograr sus objetivos. Nada que no arreglara una sentencia a tiempo, pero esas nunca llegaron.

Por cierto, ya apareció el grupo que pide votar por Morena en la presidencia de la República y por Fuerza y Dignidad por Morelos en la gubernatura y no, no es de la oposición. Se trata del que encabeza Eric Yaír Fernández Salgado, desde algunas entrañas de Morena. Y vendrán cosas más extrañas muy pronto.

@martinellito

martinellito@outlook.com